79.

1.4K 97 5
                                    

[capítulo corto]

El principio del fin.
2/3

El golpeteo constante con la palma de su pie en el piso no ayudaba a tranquilizar los nervios de James.

El pelinegro miró rápidamente la pantalla de su celular por onceava vez en los últimos quince minutos.

No tenía noticias de Jade y eso estaba poniéndole los nervios de punta.  Aún después de llamar miles de veces a su celular sin éxito, seguía insistiendo. Sabía que ella ya no debía tener su celular porque si no de otra manera hubiese intentado comunicarse, pero aún así no perdía las esperanzas de que ella lo llamara, o le mandara un mensaje. Una señal de que se encontraba bien.

Tampoco había podido comunicarse con Elizabeth porque Jordan se lo había negado rotundamente. No tenía manera de saber que si madre estaba bien, solamente le quedaba confiar en sus hermanos y no estaba seguro de cuantas eran las verdades que le decían.

Sabía con seguridad que gran parte de la información se la guardaban.

Y ahí estaba él, parado en medio de un aeropuerto, con la ansiedad comiéndole la cabeza, sin la certeza de que las dos mujeres más importantes para él estén a salvo.

Hacía algunos días había podido hablar con Edward. Él le había asegurado que se ocuparía, que no intente nada o complicaría las cosas. Pero había pasado casi una semana de la última vez que vió a la niña y su padre luego de esa llamada no volvió a darle noticias. Ni siquiera respondió una llamada o un texto de parte suya.

Eso le daba muy mala espina y lo hacía sentirse un imbécil. ¿Por qué le había echo caso a Edward? El debió correr a buscarla sea donde sea.

Aunque Jordan y Jason le prohibieran salir de la casa. ¿Cómo pudo dejar que pasará tanto tiempo?

Clara parecia estar convencida de arruinarle la vida a su hija y el se encontraba como un imbécil parado en un aeropuerto. De solo pensar en Clara sentía ganas de romper algo.

Los problemas que tenía en su cabeza no eran excusa para abandonar a Jade. A pesar de las advertencias de sus hermanos, el no pensaba que pasaría algo peor.

No podía estar esperando que Jordan apareciese con un boleto de avión a quien sabe dónde. No podía irse si no sabía que estaba pasando con la niña ¡era una completa estupidez hacerlo!

¿Por qué debía irse de inmediato de ahí? ¿Tanto era el peligro de lo que podía pasarle?

No creía eso. Sus hermanos no estaban contando toda la historia y eso ya lo tenía agotado. Pasaba algo más entre ellos y Julián.

Y esa situación lo traía harto. Aún más luego de saber que Julián estaba vivito y coleando. El siempre había tenido la sospecha de ello, pero tener la certeza era completamente distinto.

James había sufrido demasiado cuando Julián desapareció de su vida.
Cuando los dejo, Elizabeth tuvo que trabajar horas extra y la soledad que había experimentado de niño lo había lastimado muchísimo.

Julián había dejado un vacío en su vida el cual James nunca había podido sanar completamente. Dentro suyo, lo carcomía el rencor.

Recordar el tiempo que Julián pasaba con él... la forma en la que de niño buscaba su aprobación, su complicidad, su atención... lo llenaba de rabia.

Pero a pesar de ello... nunca iba a olvidar la última vez que lo vió, a menudo, muy dentro suyo, se arrepentía de no haberlo abrazado por más tiempo.

Sacudió su cabeza intentando librarse de esos pensamientos tan intrusivos.

Miró a sus lados y noto que Jason aún no aparecía. Hacía rato que lo había dejado allí solo y James veía una excelente oportunidad para salir disparado de ahí.

Comenzó a caminar entre el tumulto de gente hacía la salida del aeropuerto. Las personas pasaban por su lado chocandolo con las maletas.

Antes de salir, titubeó. Tenía el pulso acelerado por alguna razón, sentía una incómoda sensación dentro suyo como si tuviera una premonición de que malo iba a suceder. Miró rápidamente si veía a Jason entre medio de tanto barullo, al no hacerlo dió un paso hacia la puerta.

Antes de poder lograrlo sintió unas manos tomarlo de atrás con fuerza.
Empujaron su cuerpo cambiando la dirección en la que iba.

James noto de inmediato que no se trataba de ninguno de sus hermanos. Intento forcejear pero el hombre tras el presionó su costilla con un duro objeto que asumía que era un arma.

James se tenso completamente.

—Camina —dijeron tras el con voz profunda. Las manos de el comenzaron a sudar.

Con las piernas rígidas, hizo caso al desconocido. Pronto notó que lo estaba guiando hacía el baño.

Intento buscar con sus ojos a Jason o Jordan sin éxito. Los nervios y la adrenalina que recorrían su cuerpo no lo dejaban pensar con claridad como escapar de esa situación.

La puerta del baño se abrió y un hombre salió, ni siquiera noto la situación frente a él. Solo siguió caminando mientras a James lo empujaban dentro.

Volteó de inmediato chocando su espalda con el lavamanos. Aquel hombre, un poco más bajo que él y encapuchado, sostenía sus manos en los bolsillos como si estuviera sumamente relajado.

—¿James? —soltó.

En la nuca del muchacho se ubicó un intenso calor. El oxígeno no llego a sus pulmones por unos segundos y su cuerpo se volvió rígido completamente.

Él conocía esa voz.

La había escuchado otras tantas veces. Incluso no hace mucho, cuando viajo con Jason para buscar a Judas, y atendió el teléfono de su hermano. Era esa voz...

Sostuvo su frente por inercia. Estaba hirviendo del calor nervioso que le había subido.

Él hombre llevo sus manos a su capucha. James reconoció de inmediato la gastada tinta de los tatuajes en sus dedos.

Tuvo que sostenerse del lavamanos intentando tranquilizar lo fuerte que latía su corazón cuando vió en cámara lenta como descubría su cara.

Su pecho había punzado violentamente. No sabía si de sorpresa o disgusto por el susto.

—Jamie —volvió a decir aquel hombre con los ojos cristalinos. James pestaño observando sin poder creerlo.

¿Acaso era él?

Los años le habían pasado encima sin piedad alguna y hasta parecía más pequeño de lo que lo recordaba.
Era evidente que había perdido masa muscular puesto que lo recordaba fornido y grande. Tampoco llevaba esa barba larga y canosa.

La única certeza que tenía de que se trataba de él eran... sus ojos. Los mismos que James tenía.

—¿Pa-papá? —pronunció ahogado.

Julián sonrió.

—Has crecido muchacho.

El color de la inocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora