Buena chica.
Jade estaba hundida en la tina tarareando la melodía clásica. Tenía sus ojos cerrados, su cabello amarrado en un moño desordenado del cual caían varios mechones y todo su cuerpo dentro de la tina a excepción de sus hombros para arriba.
Saqué en silencio mis zapatillas, mi camiseta y seguido mis jeans, sé que no estoy pensando para nada lo que haré pero... ¿Qué me importa a mi eso ahora?
La pequeña se inquietó en la bañadera moviendo la espuma que hay en ella, aún sigue con sus ojos cerrados y su cuerpo bajo el agua.
Me acerco lento hacia ella y la observó de cerca, Jade sube una de sus piernas y la pone sobre la esquina de la tina dejando al descubierto hasta el muslo.
Me muerdo el labio ansioso.
Que no pueda hacer nada con ella no significa que no pueda divertirme ¿Verdad?
De un segundo a otro la relajante música termina, Jade tantea el borde de la tina en busca de su reproductor y al no encontrarlo abre sus ojos y lo toma, es cuestión de segundos que me note parado a su lado, ella suelta un agudo grito y se agarra el pecho sobresaltada.
—¡¿Qué haces aquí? —chilla tan alto que hace doler mis oidos—. ¡Vete!
Le miro divertido y ella parece enfadarse.
—Tú no me das órdenes —le digo, una sonrisa se extiende en mi rostro—, yo te las doy a ti.
Jade frunce su entrecejo y amaga a salir de la tina pero luego para en seco, ha recordado que se encuentra desnuda. La pequeña cubre con sus manos su pecho y se hunde aún más en la tina. Me muero de ganas de saber como se ve lo que hay debajo.
—James... —dice en tono de advertencia.
—¿Qué? —pregunté cínico dando pasos hacia su dirección.
Ella me mira con recelo y se corre completamente hacia la esquina de la bañadera más alejada de donde me encuentro. Abraza sus rodillas contra su pecho para taparse.
Quedé inmóvil al ver las pequeñas gotitas de agua bajar por su cuello, mis ojos bajaron y chocaron con el comienzo de sus senos, esos senos redondos y grandes escondidos entre la espuma.
—Jade... —arrastre las palabras.
La niña me miró con el entrecejo fruncido y luego desvió su mirada. Mi mandíbula se tenso.
¿Estaba tratando de ignorarme?
—¿Es enserio?
Ella no volteó su rostro hacia mi, sólo se limitó a abrazar sus piernas más hacia ella.
—Bien —suspire resignado.
Sin pensarlo dos veces me coloqué a su frente en la bañadera y metí mis piernas en ella sentandome en el borde.
Jade se sobresalto y sus ojos casi salieron de sus cuencas.
—¿Que-é es lo que ha-haces?
—Quiero negociar —dije simple. La pequeña me miró como un bicho raro del que quisiera correr lejos.
—¿Qué?
—Negociar —volví a repetir—, ya sabes... ponernos de acuerdo, hacer un trato.
Sonreí como un niño pequeño.
El pequeño cuerpo de Jade tirito y no estaba seguro de que sea exactamente de frío pues la niña tenía la vista perdida en mi torso. Los ojos de Jade siguieron bajando hasta llegar a mis calzoncillos.
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El color de la inocencia
De TodoJames ni siquiera tenía pensado que volver a casa de su madre le traería consigo una responsabilidad semejante como vigilar a la tímida hija de sus vecinos. Ni tampoco que eso traería más complicaciones en su enredada cabeza. Jade tampoco imaginó qu...