53.

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¿Por qué no?

Pestañeo con pesar notando que nos hemos quedado dormidos en el sofá. La niña tiene medio cuerpo sobre mi dejándome en una posición algo incómoda.

La observo respirar tranquila, ha sigo un largo día para ella no pretendo despertarla en este momento.

Me levanto del sofá intentando moverla lo menos posible, Jade se remueve y sigue durmiendo plácidamente.
Se nota que no ha dormido bien en estos días y se nota mucho más que no ha estado comiendo bien.

Estiró mis brazos cansado y voy en busca de mi celular al cuarto, tengo textos y llamadas perdidas.
Leo vagamente algunos de los desesperados mensajes de Elizabeth y le respondo lo necesario acerca de su
La niña está bien y mañana estará con su padre, en este momento ella debe estar tranquila.

Ella responde que está en casa haciéndole compañía a Edward y ahí termina la conversación.

Bostezo exhausto. Tengo que hacer algo de comer para la niña.

—¿Qué haces?

Doy un respingo y observo a Jade frente a la puerta de mi cuarto, no sé en qué momento se ha cambiado con mi ropa pero ahí está.

—Pensé que dormirias más —comento y salgo de la habitación hacia la cocina.

Jade me sigue el paso.

—Son casi las seis pm, creo que dormí lo suficiente.

Ella se queda del otro lado de la isla, siento su mirada sobre mi mientras abro la nevera y saco lo que necesito. Cuando dejó todo sobre la isla ella arruga su nariz algo asqueada.

—¿Cenaremos tan temprano?

—No he comido nada en todo el día y presiento que tú tampoco así que si. Haré hamburguesas —le aviso.

—Yo no como de... eso.

Su dedo índice apunta la carne picada sobre la mesada.

—¿Acaso tú madre nunca mencionó que hay niños en el mundo que no tienen que comer?

Jade aprieta su boca en una línea y noto lo que acabo de decir. No debería haber nombrado a su madre.

Aclaro mi garganta.

—Como decía... no probaras algo tan bueno como lo que haré hoy.

—Espero que así sea —bromea y comienza a observar curiosa como preparo la carne y comienzo a formar un medallón—. ¿Y tú trabajo? —saca tema.

Arrugó la nariz recordando que hoy debería trabajar.

—No creo que dure mucho —comento—, tendré que faltar algunos días y no te dan vacaciones cuando solo trabajas hace unos meses.

Noto como Jade revolotea sus ojos curiosa.

—¿Es por eso del viaje que menciono el chico de hoy?

—Si.

Era cuestión de tiempo para que la niña nombre aquello que había oído...

—¿Quién era el?

—Es algo complicado.

—Nunca me cuentas nada —se queja haciéndome reír por la forma en la que curva su labio inferior.

—Es... mi primo —mentí.

Eso sería más fácil de explicar que la verdad ¿no?

—¡No es justo!

—¿Qué cosa?

El color de la inocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora