2.

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La primera vez.

Salí de la ducha casi corriendo amarrando una toalla a mi cintura y atendí el molesto celular que no había parado de sonar desde hace unos veinte minutos.

—¿Quién habla? —pregunté con fastidio.

Ni siquiera puedo darme darme una ducha tranquilo.

—Siempre tan ácido —se burló Evan del otro lado.

—¿Qué quieres?

—¿Acaso jamás te encuentras de buen humor? — rió—Sólo quería que vengas a una fiesta en...

—No —le interrumpí—, no estoy de humor.

Evan gruño del otro lado del teléfono—Oh vamos hermano, tú nunca estas de humor. Está vez necesito que vengas, Kim quiere verte.

Hundí mis cejas.

—¿Kim?

Hace años no escuchaba de ella.
Kim había sido mi novia durante dos años largos de mi adolescencia, comenzamos a los dieciséis y terminamos dos años después por  qué ella se mudó a Minesota y yo me quedé en aquí, en Chicago.

—Si James, Kim. —afirmó—. Está de vacaciones aquí y me pidió que te invitará a la fiesta, esta muy ansiosa de verte, no sé si me entiendes.

Puedo sentir su risa juguetona del otro lado de la linea.

—No creo que vaya —solté después de varios segundos de pensarlo.

No tenía ganas de perder el tiempo en ir a una fiesta, ni siquiera me interesaba mucho la idea de estar con Kim.

—¡No seas amargado!

—Lo pensaré —mentí sólo para que Evan dejará de joderme.

—Espero tu respuesta, la fiesta comienza a las doce —colgó.

Miré el reloj de mi celular, 21:06 PM.

No hay forma alguna que a mí me interese asistir a esa fiesta.

Dejo el celular en la cómoda y me dirijo nuevamente al baño, todavía tengo shampoo en el cabello.
Abro el grifo del agua caliente y la nivelo con la fría.

Cuando estoy a punto de tirar la toalla el celular me interrumpe nuevamente.

Entro en la habitación chispeando y tomo el maldito aparato contestando.

—¡Joder Evan, no has esperado ni cinco minutos! ¡Si serás bastardo!

—¿James? —dice del otro lado una voz femenina—. No sé de que hablas, soy Clara.

Golpeó mi frente con la palma de mi mano.

—Yo... yo... lo siento señora Vega, pensé que usted...

—Tranquilo James —rió—, pensaste que era el tal Evan, entiendo.

—Enserio lo lamento... —dije y luego arrugue mi entrecejo confundido—¿Cómo ha conseguido mi número?

—Tu madre me lo dio para cuando necesitará llamarte. Espero que no te moleste.

—Claro que no... Entonces dígame ¿Qué necesita? —pregunté.

—Quería saber si puedes cuidar a Jade hoy, su padre y yo hemos ganado un caso y queríamos salir a cenar —suspiro—. Se que dije que sólo llamaría por una cuestión del trabajo pero...

—Claro que lo haré Clara, no se preocupe —oculte la pequeña pizca de emoción en mis palabras.

Se que parezco un crío pero desde la noche que la señora Vega me presento a su hija he estado esperando el llamado.

El color de la inocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora