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«Abrocho mis zapatitos blancos y le doy una última vista a mi vestido rosa.
Me siento feliz de haberle pedido un consejo a la tía Mónica, estoy segura que hoy le gustará a mamá como me veo, la hermana de papá me lo ha asegurado.
Bajo los escalones de a saltitos alisando mi vestido con mis manos. En el pie de la escalera acomodo mi cabello detrás de mis orejas y sin titubear camino hacia la cocina.
Mamá y la tía están hablando y no me notan de inmediato.
No puedo ocultar mi emoción y retuerzo mis manos sobre mi falda nerviosa. La tía Mónica es la primera en verme. Le hago señas para que guarde silencio, no quiero arruinarle la sorpresa a mamá.
Ella comprende y me dedica una sonrisa alzando su pulgar.—Mami... —la llamó, ella está de espaldas tocando los botones de la cafetera. Al voltear agacha su cabeza para mirarme.
—Te he dicho un millón de veces que no me llames así Jade.
Muerdo el interior de mi mejilla y observo a Mónica, ella me hace señas con sus manos para que siga.
—Lo siento Clara —me corrijo—, solo quería mostrarte—
—No te pongas de esa forma el cabello niña —me interrumpe—, tus orejas parecen más grandes de lo que ya son.
Arreglo mi cabello de inmediato sintiendo mis mejillas arder.
—¿Qué querías mostrarme? —pregunta pero cuando estoy a punto contestarle me mira de pies a cabeza y arruga su entrecejo enfadada.
—¿No te he dicho ya que la ropa formal no se usa para estar en la casa?
—Si pero...
—Sin peros Jade, ve a cambiarte. Ese vestido ni siquiera te luce.
Mis ojitos buscan a la tía Mónica antes de irme corriendo de la cocina. Siento vergüenza de haberle pedido ayuda para vestirme, ahora por mi culpa a mamá no le había gustado el vestido.
Oigo como mi tía me llama pero no vuelvo. Mamá odia verme llorar, no puedo hacerlo frente a ella.
Entro a mi habitación y me subo a mi cama, abrazo mis rodillas contra mi pecho sollozando bajito.
Puedo oír la voz de mamá, esta enojada y al parecer la hermana de papá también.
Solo desearía que papá estuviera en casa hoy. Al menos a él si le hubiese gustado mi vestido».
Mantengo mis ojos cerrados mientras papá aún me abraza. Ese fue el último recuerdo que tengo de la hermana de papá, la última vez que la vi fue hace ocho años.
Ahora que crecí comprendo que la razón de no ver nunca más a la tía Mónica ni a su hermana Sally fue a causa de mi madre.
Me siento tan enojada
¿Por qué tarde tanto tiempo en comprender como era Clara en realidad?Todo los recuerdos suyos que llevo conmigo me rompen un poco más el corazón.
Quisiera sentarme con esa niña a la que mi madre rechazaba y decirle que ella está bien, que es todo lo que debe ser y no tiene que cambiar por su madre.
Quiero decirle que llorar no cambiará nada y que eso no es su culpa...
¿Cuántas veces he dejado de hablar para pretender no estar ahí y no molestar a mi madre?
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El color de la inocencia
De TodoJames ni siquiera tenía pensado que volver a casa de su madre le traería consigo una responsabilidad semejante como vigilar a la tímida hija de sus vecinos. Ni tampoco que eso traería más complicaciones en su enredada cabeza. Jade tampoco imaginó qu...