18.

15.9K 1K 42
                                    

Siempre vuelve.

"Sus pequeños brazos abrazaban sus rodillas contra su pecho, sus manitos temblaban y se aferraban cada vez más fuerte a su pantalón.

"Tranquilo" Se escuchó una femenina voz por alguna parte del cuarto. El niño fregó sus ojos con rapidez y al tener la vista clara miró hacia todos los rincones de la habitación.

"¿Quién dijo eso?" Tembló asustado. El silencio reino el lugar y el niño se inmovilizó en su rincón.

"No me temas" Volvió a hablar aquella desconocida. El pequeño dejó de llorar y se paró del frío suelo.

"No te haré daño" Continuó diciendo ella.
Los pasos de aquella desconocida se hicieron escuchar, aunque no había rastro de ella.

"¿Quién eres?
¿Dónde estás?
¿Por qué estas hablando conmigo?" Preguntó el niño con curiosidad.

La dulce y contagiosa risa de la desconocida se hizo notar y por alguna extraña razón eso alivió al pequeño. El niño camino cauteloso hacia el centro de la habitación y volvió a hablar;

"¿Por qué no puedo verte?" Dijo meneando sus rizos dorados hacia todas las direcciones posibles.

"Claro que puedes" Contestó ella.
El pequeño arrugó su nariz confundido.

"¿Estás escondida?" Otra pregunta.

"Eres un niño muy curioso." La risa de aquella chica llegó nuevamente a los oídos del pequeño, el sonrió sin saber porque.

"Sólo quiero saber quien eres..." Susurro tímido.

Ella no volvió a contestar, bastaron sólo unos pequeños segundos para que se pusiera de pie a un lado del niño. Éste levantó su vida observandola asombrado.

Era sólo un poco más alta que él y en verdad no parecía que se llevarán tanta diferencia de edad. Observó sus hermosos ojos esmeralda y lo bonito y cedoso que se veía su cabello, ella llevaba un vestido completamente blanco que quedaba a juego con su palida piel.

El frunció el ceño al verla sin nada en sus pies pero no preguntó por eso.

"Parece una muñeca" Pensó al observar nuevamente su rostro. Sus pequeños ojitos brillaron al recordar las muñecas de porcelana de su madre. Tenían una belleza peculiarmente similar.

"Gracias" contestó ella dejando a la vista sus perfectos dientes blancos que se hacían lucir junto con su vestido.

El niño la miró alarmado.

"¿Lo he dicho en voz alta?" Sus mejillas se tornaron rosas. Una pequeña y cálida risita salió de los labios de la desconocida.

"No, pero he podido escucharlo de todas maneras."

-¡Levántate!

Movieron mi hombro con fuerza obligandome a abrir mis ojos aturdido, refregue mi cara molesto.

-¡¿Qué haces?! -grité.

El color de la inocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora