13.

19.7K 1.1K 381
                                    

Ashley.

—¿Qué carajos haces ahí? —miré a Evan ocupar mi asiento y no el del copiloto.

El bajo la ventanilla de la camioneta y sacó su brazo apoyandolo en la puerta.

Me observó risueño sobre sus anteojos de sol.

—Tío, acabó de tentar por mi vida ahí dentro —señaló la puerta de la casa de Elizabeth con una sonrisa—, no dejaré que tu conduzcas, podrías chocar sólo para matarme.

—Prefiero envenenarte, no quedan testigos —dije con fastidio subiendo al asiento del copiloto. Rió.

Evan colocó correctamente sus lentes oscuros y volteó a verme con una sonrisa torcida.

—¿Dónde quiere ir mi niño? —preguntó burlón.

Ya me estaba cansando, mis ganas de golpearlo iban en aumento, tenía que hacer algo que lo fastidiara y así pagarle con la misma moneda.

—Hace mucho no visito a Ashley —rasque mi nuca haciéndome el tonto.

Evan soltó un gruñido y negó con la cabeza.

—Ni lo pienses.

—Oh... —solté una risita—, claro que si.

Saqué mi móvil y busque el nombre de Ashley en él.

"—Muñequita, estoy pensando en ir a verte, ¿Crees que tienes tiempo para mi?"

Envié el texto y le enseñe la pantalla del móvil a mi amigo. Evan se sacó los lentes oscuros y los tiró a la guantera con enojo. El móvil no tardó en sonar y mis dedos tocaron agilmente el mensaje en respuesta.

"CLAAROOO QUE SIIIII"

Reí ante las mayúsculas de su mensaje, ella solía usarlas cuando algo la emocionaba demasiado. Antes de poder textearle nuevamente otro mensaje de su parte llegó de inmediato.

"—¡YA LE HE DICHO A MAMÁ, TE ESTAREMOS ESPERANDO!💕💖—"

Sonreí con satisfacción y le mostré el respectivo mensaje a Evan, éste seguía con detalle cada uno de mis movimientos. Al terminar de leer el texto arrugo su frente y apartó la mirada sacudiendo su cabello con pesar.

—Jamás he conocido a alguien tan imbécil como tú —bufó.

Reí con ganas y Evan arrancó la camioneta de mi madre. Guardé el móvil en el bolsillo de mis pantalones, sin contestar nada más a Ashley y centré mi vista en el camino intentando.

—No se mete con la hermana de tu amigo, James —soltó de pronto Evan mirándome con reproche.

—Con la vecina tampoco —dije sin pensar. Evan quien había girado su cuello al camino volvió a girarse con rapidez hacia mi.

—¡Joder, sólo por eso! —asumió para luego reír ruidosamente—. Carajo James, sólo quería jugar contigo.

Lo miré con fastidio, el había volteado nuevamente su vista hacia el frente.

—Pues no juegues.

—¿Tan de las bolas te tiene esa niña? —preguntó sin mirarme, la diversión que le daba podía notarse en su voz. Eso sólo me fastidiaba.

—No digas estupideces —aparté la mirada—, soy algo así como su niñero por un tiempo y la estoy cuidando.

—Te conozco más que a mi hermano gemelo y he compartido el vientre de mi madre con él —Evan paró en un semáforo y conectamos miradas—. Miras a la niña como yo miraba a Mía Khalifa cuando era un crío.

El color de la inocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora