17.

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Déjame enseñarte.

—James, por favor... —supliqué.

Por alguna razón ya no luchaba para que me suelte pero aún seguía algo asustada.

James se quedo detrás de mi aprisionandome contra su cuerpo.
Retiró su cara de mi cabello y me volteó bruscamente tomándome de mi cintura, solté un pequeño grito cuando me sorprendió tomandome de la cintura y elevandome, aferre mis piernas a su cadera.

—Quédate así —ordenó, su voz al exigir algo cambiaba drásticamente, se tornaba más dura y gruesa.

Pegó su cuerpo al mío y sólo con su cercanía pude notar lo agitado de mi respiración, no podía tranquilizar mis latidos, ni mi pecho que subía y bajaba violentamente.

Sus manos bajaron a mis muslos cerrando sus dedos alrededor de ellos, solté un jadeo cuando dió un pequeño apretón. Mi palmas temblorosas se agarraron de sus hombros.

—No sabes las cosas que quiero hacerte en este momento —soltó

Sus palabras sacudieron mi cuerpo y violentamente, un escalofrío recorrió mi columna vertebral.

Su aliento era a alcohol, el había estado tomando otra vez, aunque parecía consiente.

—Ba-bajame —Pedí con un hilillo de voz.

Su mandíbula se tenso y sus manos fueron directo a mi culo, lo apretó con fuerza haciéndome jadear. Caminó hacia atrás aún conmigo sobre el y al tocar mi cama con la parte trasera de sus piernas volteó tirandome sobre ella.

Mi cuerpo chocó con el suave colchón y aferré mis manos a él. La silueta de James frente a mi era lo único que distinguía, la habitación estaba completamente a oscuras.

—Quédate ahí.

Escuché por la oscuridad, salió de mi vista o de lo poco que veía y se oyeron sus pasos por la habitación.
Un ruido proveniente del balcón me hizo voltear hacia allí y volví a divisar su silueta, abrió las cortinas y la habitación se iluminó con la débil luz de la luna y las pocas farolas de la calle.

El balcón quedaba frente a mi cama, por lo que el podía verme a mi, camino dos pasos hacia delante y pude divisar su rostro, sus ojos azules estaban brillosos y su cabello iba en todas direcciones, presentía que había tenido una tarde horrible.

Pero ¿Por qué desquitarsela conmgo?

Avanzó hacia mi lento. Intenté tapar mi piel desnuda con las sábanas de la cama.

—¿Te avergüenza que te vea? —preguntó, ya no podia distinguír su cuerpo entre la poca luz que entraba en la habitación.

Aferré mis manos a la sabana que sostenía tapando mi cuerpo.

—James, estas e-ebrio.

—Si fuera Evan ¿Querrías que me quede? —soltó de pronto ignorandome.

—¿Qué?

Arrugué mi frente y ladee mi cabeza buscándolo entre la oscuridad.

—Te ves muy cómoda con él —dijo y sonó a un reproche.

No entendía aquello.

Comencé a sudar y tartamudear sin saber que decir ni que hacer, el se estaba comportando como un loco.

De un momento a otro el lado izquierdo de la cama se hundió, mire hacia esa dirección cuando la mano de James me tomó por la nuca y la otra por la cintura, me elevó nuevamente como si tuviera el peso de una pluma y me sentó sobre el. Sacó la sabana que me cubría y con ella la poca tranquilidad que había reunido.

El color de la inocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora