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             Lunes de categorías

Es lunes por la mañana. Voy por la acera con Ashley colgando de mi brazo derecho y unas bolsas del mercado colgando del izquierdo.

Nos faltan dos cuadras para llegar a la casa de mi amigo y la rubia no ha parado de hablar un segundo. Pude seguir sus primeras historias pero luego de la segunda mi cabeza se desconecto.

Y aunque también se debía a qué la rubia habla mucho y muy rápido, me distraje observando de reojo al Chevrolet Camaro 2000 color negro que viene tras nosotros desde que salimos del mercado.

Tiene los vidrios polarizados y apuesto un riñón a qué también son blindados, no es algo que un tipo cualquiera le ponga a su auto.

—Espera —le digo a Ahsley y me quedo parado en mi lugar simulando que busco algo en los bolsillos.

Observó por el rabillo del ojo el auto y confirmo lo que pensaba, el maldito ha parado al mismo tiempo que nosotros.

—Ashley ve para tu casa —le indico pasándole las bolsas. Noto que se asusta por el drástico cambio en mi tono de voz.

—¿Por qué, pasa algo?

—No preguntes, solo vete.

La rubia resopla y camina alejándose de mi.

Saco del bolsillo trasero la navaja y me acerco al auto. Reconozco las marcas que tiene a sus costados, las ví antes y hasta creo que...

El conductor baja la ventana y me observa de arriba abajo con una sonrisa cínica en la cara.

Chasqueo la lengua y termino de achicar los metros que nos separaban.

—Estabas recordado viejos tiempos ¿Eh? —dice Jason y señala con la cabeza los rayones al costado del auto—. Te vi observarlos un poco confundido, te puedo refrescar la memoria si quieres. Fue hace dos años cuando robaste mi auto ebrio y casi te arranco la columna.

—Imbécil de mierda —dije entre dientes. Él se echa a reír poniéndome los pelos de punta.

Si Jordan no hubiese aparecido ese día uno de los dos habría terminado muerto.

—¿Pretendías amenazarme con una porquería de esas? —señala mi navaja
y de inmediato la guardo en mi bolsillo—. Enserio estás muy fuera de práctica, Jamie. Si hubiese querido lastimarte, en el tiempo que te acercabas a mi auto te atravesaba de un balazo.

—¿Por qué me estabas siguiendo como un maldito psicópata? —respondí con fastidio, no solo por tener que verle la cara si no también porque tenía razón. Me había vuelto un inútil.

—Solo quería hablar un poco con mi hermanito menor —sonrie multiplicando mis ganas de golpearlo—. ¿Por qué no subes al auto? Tú y tu amiga la bonita que nos espía desde allí.

Volteo dónde señala con su cabeza y maldigo por lo bajo. Ashley se ha quedado ahí. Espero que no haya notado nada.

—Tengo que irme —le digo pero el me detiene—. ¿Qué quieres?

—Jordan —dice—. Quiere que te dé esto.

Saca de su guantera unas llaves y me las lanza.

—¿Qué mierda es esto?

—Uno de sus departamentos.

—No lo necesito—Digo con asco.

Jason me observa con esa maldita expresión de burla que siempre trae.

—Quiere que te quedes con el. No es un regalo Jamie, es una orden.

Me echo a reír con ganas.

El color de la inocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora