22.

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Conociendo a Ethan.

Pasó una semana de que llegamos a California con mis padres y Elizabeth
y la estábamos pasando de maravilla.

Conocí por primera vez la playa y gracias a Elizabeth quién me apoya en todo, la visitamos día y noche.
Mis padres por otro lado decidían quedarse en la casa que habían alquilado, trabajando en el caso, dicen que hasta que no hayan terminado no podían divertirse. Por suerte no era un caso complicado y antes de que nos tocará volver según ellos estarían desocupados.

Aunque me resultaba un poco fastidioso que nunca estubieran conmigo, la paso genial con mi vecina.

Mis padres me habían avisado que nos quedaríamos un mes de vacaciones aquí, volveríamos para el comienzo de clases. Estaba casi eufórica por la noticia.

El viaje me ayuda mucho a no pensar en James, aunque la mayoría de las noches mí mente divagaba en donde estaría él y que estaría haciendo, no puedo evitar pensar en su seguridad. Elizabeth por otro lado intentaba estar constantemente distraída aunque sé que por dentro también estaría preocupada por él.

Había evitado nombrar el echo de que James se había ido con dos tipos aterradores tal como me lo había pedido él, pero mentirle a su madre no me agradaba para nada.

—Jade... —llamó mí madre a la puerta.

Me levanté de mí cama de un saltito y abrí la puerta de mí habitación temporaria. Eran las nueve y media de la noche, supongo que viene a decirme que la cena está lista.

—¿Si?

—Empaca algunas cosas —dijo con el tono autoritario y frío de siempre.

Arrugue el entrecejo

—¿Nos iremos?

Clara asintió.

—Unos amigos nuestros están vacacionando aquí también y nos invitaron a su casa.

—¿Y el trabajo?

Mí madre se estiró cansada y los huesos de su espalda crujieron.

—Solo serán unos días, además nos servirá para descansar un poco —dijo refiriéndose a ella y a mi padre.

—Esta bien.

—Empaca tus cosas ahora, no quiero que mañana nos retrasemos por tu culpa.

Mordisquee mí labio inferior nerviosa y asentí con la cabeza.

Cuándo mí madre se fue de la habitación corrí a preparar la maleta, era absurdo tenerle tanto miedo a mí madre pero no podía resistirme a ninguna orden que ella me daba. Era fastidioso.

Ella dijo que sólo serían unos días así que empaque la mitad de mí ropa y mí traje de baño. Al terminar la maleta la dejé ya lista en un costado de la habitación.

Me volteé dispuesta a tirarme nuevamente en mí cama pero en cuestión de segundos escuché el grito de Eli avisando que la cena estaba lista.

La cena pasó rápida, con Elizabeth nos encargamos de juntar los trastes y limpiar todo muy bien. Mis padres sugirieron ver una película luego y así lo hicimos, eligieron una comedia romántica la cual terminé viendo sola porque los tres adultos que me acompañaban terminaron por dormirse.

Reí mirándolos.

—Terminó —avisé apagando la televisión. Despertaron al oír mí voz.

Los tres rieron avergonzados al notar que se habían quedado dormidos al mismo tiempo.

El color de la inocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora