Adiós pequeña Jade.
El sonido del cristal romperse me hizo sobresaltar, ya no era una opción entrar al cuarto de James, el no está bien. Debo hacerlo.
Pensé más de dos veces en tocar la puerta del cuarto después de la escena de anoche, había despertado pensando que todo fue un sueño pero realmente sabía que no fue así.
Con mis mejillas a punto de explotar toqué tres veces la puerta. James no contestó.
Empecé a desesperarme, mis nudillos golpearon una vez más la madera, solo obtuve un gruñido en respuesta.
Nuevamente un golpe en seco sonó. Corrí escaleras abajo desesperada. Elizabeth debería tener la llave del cuarto de James.
Los ruidos provenientes de su habitación no cesaban y eso solo hacia que mi corazón latiera más rápido.
Revisé los cajones de la sala con rapidez, tropezando torpemente con todo en mi camino. Sin resultados corrí hacia la cocina, pero lo único que encontré en los cajones fueron utensilios y alimentos.
Sin más opciones me apresure a la habitación de Elizabeth, justo cuando crucé el marco de la puerta sentí el calor subir por mi espalda, un ronco grito salió de la garganta de James. Sin perder más tiempo corrí hacia la cómoda de su madre encontrando lo que buscaba en una caja de metal, tomé todas las llaves del pequeño cajón y me dirigí nuevamente hacia la puerta de James, ya no había sonido alguno que saliera de ahí y eso me preocupaba más.
Después de probar la cuarta llave, el seguro de la puerta hizo un ruido y ésta se abrió.
Se encendió una alarma en mi mente al ver el charco de sangre que yacía en el piso de su habitación.
—Ja-james —balbucee al verlo de espaldas a mi, su mano derecha apretaba con fuerza un vidrio roto, de la cual caigan gruesas gotas de sangre.
El se dió vuelta bruscamente y me miró, su rostro junto con sus ojos se encontraban rojos.
—¡¿Qué haces aquí?! ¡Vete!
Mi cuerpo quedó estático, siempre que entraba en pánico lo hacia. James se acercó a rápidos pasos hacia mi.
—¡No te quiero aquí! —gritó.
Mis piernas temblaron y lo miré asustada, estaba ebrio—. ¡Deja de mirarme así, joder!James me miró furioso y su puño chocó con la puerta detrás de mi, pegué un brinco sintiendo el corazón a mil por hora y ladee la cabeza hacia su mano, sus nudillos estaban clavados en la madera dejando un hoyo en ella.
Volví mi vista hacia él que estaba frente a mi, su rostro estaba triste.
—Vete —murmuro con un hilillo de voz. Bajó su mano despacio, sus nudillos se encontraban violetas.
James me miró arrepentido.
—Tran-tranquilizate —hablé.
Mis pies cordinaron con mi mente y sin saber que hacer di un paso al frente rozando mi cuerpo con el suyo.
Pase mi mano izquierda por su nuca y lo acerqué a mi, James me miraba confundido. Con mi otro brazo rodee su cintura y acorte los centimetros que nos separaban. Apreté con fuerza su cuerpo contra el mío y aunque se encontraba tenso lo fundi en un abrazo.
James no correspondió sin embargo nos quedamos en el mismo lugar. Apoyé mi cabeza en su pecho y escuché el latido de su corazón, comenzaba a tranquilizarse.
Después de varios segundos su cuerpo empezó a separarse del mío
—Ve a tu cuarto —dijo más tranquilo. Se separo lo suficiente como para poder mirarnos de frente.
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El color de la inocencia
De TodoJames ni siquiera tenía pensado que volver a casa de su madre le traería consigo una responsabilidad semejante como vigilar a la tímida hija de sus vecinos. Ni tampoco que eso traería más complicaciones en su enredada cabeza. Jade tampoco imaginó qu...