Celdas separadas (Barón Zemo)

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Prólogo: Zemo y tu se enamoran estando en prisión.

Solo par que quede más claro, escribí esto pensando en la celda de donde Bucky liberó a Zemo en FATWS en los primeros capítulos. Imagínense que ahí hay dos celdas en lugar de una, pero que están separadas. Espero se me haya entendido.
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Desde que Zemo había perdido a su esposa durante la batalla de Sokovia, jamás se imaginó volver a enamorarse otra vez. Sin embargo ese pensamiento comenzó a surgir en su mente, y el deseo de volver a querer estar con alguien se hacía cada vez más grande.

Ambos se conocieron en prisión. Sus celdas estaban juntas, una al lado de la otra en el área donde mantenían a los más peligrosos del lugar.

Ninguno nunca se había visto a la cara ya que las paredes de las celdas se lo impedían, pero al ser sólo ustedes dos en la habitación, conversaban casi todo el día.

A veces Zemo te leía sus libro, o tú le leías a él las cosas que escribías. Él te había contado de lo que había pasado con su familia, y tu le contaste de lo que pasó con la tuya, del porqué ambos llegaron ahí, etc.

Básicamente, sabían todo del otro, y habían aprendido a preocuparse por su bienestar mutuamente sin si quiera haberse visto una solo vez. Incluso se tenían un cierto cariño, el cual iba mucho más allá de la amistad. Ambos habían comenzado a tener sentimientos por el otro.

Zemo no podía evitar pensar que tal vez estaba traicionando a su esposa por ello, pero después de un tiempo terminó aceptando de que te amaba, y de que su esposa estaría feliz de ver que por fin estaba comenzando a ser feliz otra vez.

Un día, les permitieron a ambos comer juntos en un mismo lugar debido a su buen comportamiento.

Primero lo llevaron a él a una mesa en el patio de la prisión para que tomara aire, y pocos minutos después, llegaste tu.

Eras más hermosa de lo que él alguna vez se había imaginado.

Tu cabello estaba recogido en una trenza que caía por tu hombro derecho. Tenías unas cuantas cicatrices en el rostro. Tus ojos brillaban con la luz del sol, y a pesar de estar vestida con el uniforme de la prisión, te veías radiante.

Te sentaron a la fuerza frente a él, y no lo reconociste hasta que te habló por primera vez.

–Es realmente un placer por fin conocerte, mi querida.–Te dijo con su distintiva sonrisa, sin poder dejar de observarte con adoración.

–Lo mismo digo, Barón Zemo.–Le respondiste con una sonrisa, extendiendo tus manos esposados para estrechar la de él, haciendo que todos los guardias alrededor suyo apuntaran sus armas a ti.–Calmense... solo voy a saludar. ¿Qué esperaban? Si nunca nos dejan vernos.–Rodaste los ojos, haciendo que Zemo riera.

Tomó tu mano con las suyas esposados y la dirigió a su boca para besarla con suavidad, sin romper el contacto visual.

–Eres simplemente maravillosa, y muy hermosa, si me permites decir. Mucho más bella de lo que imaginé.

–Tú tampoco estás nada mal.

Ambos se quedaron ahí por al menos una hora comiendo y charlando, incluso coqueteando, hasta que los guardias les hicieron levantarse de la mesa bruscamente para llevarlos de nuevo a sus celdas.

Los dos iban caminando junto al otro, cuando Zemo se inclinó levemente para susurrarte al oído antes de que los encerraran otra vez.

–Te prometo, querida mía, que tan pronto cómo escapemos de aquí, te llevaré a una cita en una biblioteca tal y cómo siempre has deseado.–Dejó un rápido beso en tu mejilla, y luego el guardia lo empujó dentro de su celda. Mientras que a ti también te encerraban en la tuya, ambos con sonrisas en sus rostros.

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