Inspirada en la trágica historia de amor de Lady Diana y con los personajes del mundo de Attack On Titan de Hajime Isayama.
Paradis esta en una crisis, necesitan una fuerte alianza para sobrevivir a Marley o enfrentarán una guerra que cobrará la vid...
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Último día de los visitantes de Paradis en el Imperio
—Hubiese sido la estadía perfecta si no hubieran encontrado esa estúpida carta tuya. —dijo Armin molesto observando su reloj de bolsillo, se encontraba ansioso detrás de Levi.
—Lo arreglaré, Armin. —bufó Levi colocando las últimas hierbas que trajo con él sobre la mesa.
—¿Dónde están? Son realeza, nunca llegan tarde. Esto se ha arruinado. —Armin comenzaba a desesperarse mientras caminaba de un lado a otro en la habitación.
—Armin, cálmate. —contestó Levi molesto por su actitud.
—¿Calmarme? ¡¿Quieres que me calme después de que le leyeran esa carta?!—preguntó histérico—Estamos débiles, Levi. Parece que ahora no piensas.
—Cállate. —contestó Levi de nuevo.
La puerta de la sala se abrió y sin anuncio previo, entró la familia Imperial. Los dos extranjeros se colocaron firmes ante ellas e hicieron una reverencia.
—¿Listo para servir té, Levi?—preguntó Zaí sonriendo y el Duque asintió.
—Por favor su majestad imperial, altezas, gran señora. Tomen asiento por favor. —dijo Armin nervioso invitándolas a sentarse.
Y como en las últimas cinco citas, Levi escogió el asiento disponible a lado de Alizel. Una vez que la familia imperial tomó asiento, él igual lo hizo. Armin a lado de él.
—La verdad no solemos tomar té o infusiones a no ser que estemos enfermos. —contó Zaí mientras que Levi comenzaba a preparar el té.
—Bueno, ciertamente no es una bebida típica de Paradis, pero quería compartir algo con ustedes antes de marcharme. En agradecimiento a su buen trato conmigo y mi gente. —contestó Levi dejando la tetera reposar con el té.
—¿Es amargo? Yo prefiero el sabor amargo, Zaí también. —dijo Kaly inclinándose en su silla
—Lo es si no le pone azúcar, alteza. —contestó Armin observándola—¿Cómo lo tomará usted, Princesa Alizel?
La morena observó las tazas y luego al Lord con minuciosa atención, este se veía demasiado concentrado por preparar té.
—Yo quiero tomarlo como lo tomas tú, Levi. —dijo Aliz mirando al Duque con una sonrisa.
Las tres mujeres presentes en la sala observaron a la Princesa con ilusión, pues al único que solía ceder era a su primo que fue impuesto por su abuela. Para su fortuna, el Duque de Paradis se interesó en ella y dejó en claro que aquel sentimiento que la Princesa le mostraba, era mutuo.
Sin embargo la sonrisa que Levi le dio en ese momento no pudo ser más falsa, pues lo último que quería hacer era desposarla sin haberle correspondido todo su amor.