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El fuerte guerrero y príncipe del norte caminaba a paso lento por los pasillos del castillo de Mitras. Definitivamente no quería llegar al comedor del castillo y poco le importaba ser irrespetuoso hacia el Rey y resto de sangre azul de Paradis.

Simplemente no quería estar ahí.

—¡Su alteza imperial, el Príncipe del Norte, Azelyk Kabáh! —gritó un soldado a la entrada.

Nadie lo recibió de pie, pues había tardado más de veinte minutos para llegar al comedor, mostrándose como un patán mal educado. Realmente lo hizo porque no quería cenar con el Rey.

Levi lo había visto en el primer ensayo de la boda, supo que debía tener cuidado cuando aquel príncipe observó a su prometida con cierto destello en la mirada, definitivamente él se enamoró y Alizel no le correspondió.

La mirada entre herederos chocaron casi al instante de que Azelyk entró a la habitación, Alizel observaba a Levi sin interés alguno en su entrada rompiendo nuevamente el corazón de su primo.

—Gracias por llegar, Azelyk. —dijo Levi mirándolo mientras se levantaba de su asiento y el príncipe se sentaba.

Azelyk no podía dejar de mirarlo, la mano del Rey sujetada a la de la Princesa, ella solo posando sus bellos ojos cacao sobre el monarca de la Isla. Esa mirada nunca la observó en el Imperio, jamás lo miró de esa forma y esos brillantes ojos no irradiaban de tal manera que iluminaban la sala.

Su prima estaba enamorada y no era él la razón por la cual su corazón palpitara de manera tan acelerada.

—Antes de iniciar la cena de bienvenida, quiero agradecer a todos los presentes; los Kabáh, los Ackerman y la última Reiss por estar aquí hoy con nosotros.—inició Levi mientras aún sujetaba la mano de Alizel—Y quiero agradecerle en particular a los Kabáh por permitirme formar parte de su familia. Alizel y yo, sabemos y estamos conscientes de la razón por la cual permitieron que yo la desposara...

Azelyk dejó de observar al Rey para voltear hacia su prima cuyo rostro se tornaba rojo y lo cubría con su mano libre, había un mal sentimiento que intentaba ocultar.

—Tenemos fe que la fuerza del linaje Kabáh no perecerá, al contrario, aumentará y tu junto a Alizel, brindaran herederos fuertes, dignos de nuestros apellidos así como su historia. —dijo la Emperatriz del Imperio. 

El príncipe notó como el Duque de Stohess volteaba hacia su prima y le sonría, mostrando estar de acuerdo con dichas palabras.

—Por favor, disfruten del banquete. —finalizó Levi con una sonrisa triunfante ante el apoyo de la mayor Kabáh.

Los sirvientes del castillo se acercaron a la mesa con distintas charolas llenas de exquisita comida y preparadas con suma atención para los invitados, pues la gran mayoría sentados eran realeza.

GOD SAVE THE QUEENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora