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Para la Reina Alizel ignorar a los vulnerables no era parte de su esencia y hacerlo le parecía inhumano

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Para la Reina Alizel ignorar a los vulnerables no era parte de su esencia y hacerlo le parecía inhumano. Así que por lo mismo, organizó un escuadrón que la llevaría a conocer la Ciudad Subterránea y saber más a profundidad acerca de la situación que se vivía bajo la tierra que gobernaba.

El escuadrón lo conformaban su cuadro de guerreras imperiales, policías militares y algunos de la Legión de Reconocimiento. Jean fue el encargado de escoger a los soldados eldianos para acompañarla.

Fue incluso una sorpresa para el Parlamento puesto que nunca antes alguno de sus reyes, mucho menos una reina, tuvo la intención de visitar aquel mundo subterráneo.

—No sé que quiere ver la reina, solo pordioseros sin capacidades de impacto para poder salir —bufó uno de los policías asignados para proteger a la reina—. Si la vida es tan horrible ella, ¿por qué no hacen nada por salir?

—Los habitantes y porteros son lo más repugnante de la Isla, sellar la Ciudad sería lo más conveniente. —murmuró otro en respuesta.

—Vaya oficiales desconocía su vasto conocimiento sobre la Ciudad, quizá podamos contar con sus útiles opiniones para la Gala Benéfica —murmuró Jean detrás de ellos—. No están aquí para hablar, solo para proteger a la reina y hacer caso a lo que ella diga, ¿entienden?

Los policías asintieron temerosos del alto e imponente asistente. Jean regreso a su puesto con la reina quien se preparaba para bajar. Estaban avanzando para hacer que la reina asistiera a la gala, pero era irritante tener que lidiar con soldados altamente preparados pero sumamente ignorantes.

Para evitar llamar la atención todos vestían de manera casual, aunque los imperiales resaltaban por sus exóticos tonos de piel, el resto pasaba desapercibido. Además contaban con una antigua residente que los guiaría por la Ciudad.

—Me alegra que me hayan considerado para guiarlos por mi antiguo hogar. —habló ella con una sonrisa.

—Su majestad insistió, señorita Isabel. —dijo Jean con una amable sonrisa que desapareció cuando Sasha habló.

—Oh no—murmuró su amiga detrás de él—. Jean...

El asistente volteó a ella, notó la preocupación, giró su rostro hacia donde su amiga estaba mirando y finalmente los notó, escondidos entre los arbustos cerca de la entrada número 7 a la Ciudad.

—Hay que apresurar el recorrido de su majestad. —ordenó Jean a Sasha.

Realmente eran eficaces, pues ahora ya se encontraban bajando las escaleras a aquel mundo debajo de las murallas. Jean caminaba casi a la par de la reina, pero siempre permitiendo cierta distancia entre ella y él. Volteó hacia su espalda, Sasha lo observaba y ella asintió pues los paparazzi ya no los seguían.

Ni siquiera podrían entrar, no contaba con el permiso de vivienda de Paradis y tampoco estarían dispuestos a pagar enormes cantidades para acceder a. Una Ciudad de tan mala reputación.

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