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Capital del Gran Imperio de la Luna, Ciudad Luna

La sociedad imperial se reconocía por ser conservadora, fieles creyentes del enorme astro que los iluminaba, acompañaba en la soledad y oscuridad de la noche, la luna. A pesar de esto, su devoción yacía sobre la Dinastía Kabáh pues fueron ellos los que soportaron la exterminación de su diosa contra las familias fundadoras y aquellos que sacaron adelante a su gran nación.

Pero ahora el Imperio experimentaba algo que nunca antes había sucedido en su historia sin terminar en una tragedia. Una de las integrantes de la dinastía se alejó de su hogar y formó una familia con alguien no imperial, mezclando su sangre y raza.

La reacción de los imperiales hacia aquella nueva familia fue dividida, siempre lo ha sido pues las diversas opiniones iniciaron desde que se le dio entrada a los "demonios de Paradis", aún después del fallecimiento del Emperador.

Afortunadamente la emperatriz proveyó de dos herederos sanos y fuertes que actualmente contaban con un año de edad, pero de la misma forma lo hizo la antigua Princesa Imperial provocando preocupación en su antiguo hogar.

—Mi abuela insiste en recibir a mis hijos en el Norte para poder entrenarlos, Xomar quiere encargarse de eso pero él tiene deberes que atender...

La emperatriz Zaí se destacaba en su posición, se comportaba tal y como se esperaba de ella, la Princesa Heredera que ahora gobernaba.

Su corte real apuntaba cada tarea que ella solicitaba y ante la mención del Príncipe Consorte, varias de ellas sonrieron.

—Majestad si puedo orientarla, ¿no considera mejor que su alteza real los entrene?—preguntó una de sus damas—Después de todo el Príncipe Xomar entrenó junto al Príncipe Azelyk, ¿no es así?

La corte de la emperatriz concordó con aquella dama, Zaí las observó y negó rápidamente.

—No puedo permitir que alguien que jamás ha conocido la crianza de mi familia los entrene. Xomar es su padre y solamente eso, no un entrenador de la dinastía Kabáh. Mi hermana ha tenido gemelos, Azelyk una hija, no permitiré que la heredera sea entrenada por su padre, ¿saben lo débil que podría llegar a ser? No vuelvan a cuestionarme sobre las decisiones que tome sobre mis hijos.

La presión que sentía Zaí por ser madre y emperatriz estaba tomando lo mejor de ella. Era imposible no conocer la aprobación que su pueblo sentía por su hermana pero sobretodo por los hijos que trajo al mundo, cada día aumentaba más y con eso la expectativa de que su hija e hijo superaran la fuerza de los gemelos Ackerman.

—Zaí, ¿estás bien?—cuestionó su esposo a su lado mientras comían juntos en uno de los comedores de su hogar— ¿Consideraste lo que propuse? Me encantaría entrena a Zenary y Nezary...

GOD SAVE THE QUEENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora