Corriendo en la pista con el resto del equipo, siempre era algo despiadado que ni ella misma podía soportar entre el frío, las miradas atentas de aquellos y aquellas que estaban antes de ella, acompañada por aquellos a quienes consideraba compañeros, asentía, mientras Banna le esperaba paciente junto a las demás al otro lado de la reja que separaba la pista de resto de la escuela. Una pared que siempre le recordaba del final de aquella tortura, su garganta seca, su pecho latiendo al máximo y su estómago revuelto. Tantos ojos en su dirección, tantas miradas con las que no sabía que hacer.
Pero entre mas corría más se daba cuenta de que debía parar, pero no podía solo los decepcionaría, solo siguió corriendo desviándose hasta detenerse en la reja regurgitando los contenidos de su estómago disgustada consigo misma por ello. Banna de inmediato fue a llevársela con la ayuda de Sun, le notaba temblorosa y cansada.
–¿Dónde dejaste tus cosas? –preguntó Sun–
–solo llévenme a casa –dijo ella adolorida– no me importa eso
El resto del equipo seguía con lo suyo ciertamente preocupados, pero bien sabían que si se detuvieran solo le harían preocuparse de más por otra cosa más.
Banna le contemplaba dándose cuenta de que hacía tiempo habia alcanzado su punto de quiebre, desde el momento en que se volvió la capitana del equipo. Sintiéndose culpable por ello no se atrevía a verle la cara.
Caminaban cargando con ella hasta finalmente llegar a la casa, Banna busco debajo del tapete encontrando la llave y abrió la puerta, volviendo a esconderla donde estaba.
Paso tras paso hacia su habitación acostaron a Izami. Dispuestas a retirarse para dejarle descansar, Izami sostuvo la mano de Banna impidiendo su marcha.
–¿vas a venir? –preguntó Shio–
–me voy a quedar un rato más.
–nos vemos en casa entonces.
Shio cerró la puerta detrás ella, dejándole apenas a la luz de una lámpara, aquella chica se sentó a su lado asegurándose de que se sintiese segura, podía notar como ella se encogía entre las cobijas como un conejo asustadizo, observo alrededor de su habitación por unos minutos, su escritorio estaba cubierto por papeles de diferentes cartas de diferentes equipos de atletismo de todo el mundo, así como los regalos del equipo, sus estanterías llenas con trofeos y medallas de diferentes competencias en las ha ido participando desde que era pequeña, nada más se veía en sus paredes.
–Banna, Hay un programa que quiero ver ¿podrías prender la tele?
–en serio no tienes remedio –le respondió Banna con una expresión aliviada–
Ella agarro el control justo minutos antes de que aquello empezara, un drama romántico sobre un príncipe desterrado después de una guerra y una joven dama que le encontró vagando por el bosque demacrado, ese primer capítulo era bastante dulce pero Izami ya parecía empezar a sentirse mejor, encantada por aquel actor que hacia del príncipe, solo le quedaba fantasear sobre ello.
–no tenemos que verlo si no quieres –le dijo Izami– podría grabarlo.
–la verdad no me molesta –le respondió Banna– tampoco es como que no lo disfrute.
–pero nunca eres especialmente expresiva sabes.
–¿Por qué lo dices?
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Filosoda!!
Teen FictionUna chica sueña con una vida mejor que no parece llegar nunca a la vez que se enfrenta a sus viejas memorias