Capítulo 3

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¿Qué mierda estoy haciendo aquí?, fue lo primero que pensó al entrar al club y ser impactado por la música estridente que resonaba en el local, las luces de colores empezaban a marearlo, y ni qué decir sobre la cantidad exorbitante de gente que había esa noche. Se abrió paso entre la multitud intentando llegar hacia el bar, localizó un asiento libre en la barra mientras trataba de tranquilizarse.

No podía perder el control en ese momento.

Hay mucha gente, la música suena demasiado fuerte, las luces me dan dolor de cabeza, estoy solo, no tengo dinero ni manera de comunicarme con nadie.

Escondió sus manos dentro de los bolsillos del pantalón, para que nadie se fijara en los temblores de estas, aunque cada quien parecía estar ocupado en lo suyo como para observarlo. Incluso dentro de una gran fiesta su presencia era insignificante.

-Un vodka tonic con extra hielo - escuchó a la barista dirigirse hacia él con un vaso.

-Oh, lo siento, yo no pedí nada - respondió nervioso.

-Lo sé, es cortesía de la casa - aseguró con una sonrisa. Steve la analizó por unos segundos -o tal vez más - parecía una chica amable. Lo que más le llamó la atención era su largo cabello liso y oscuro que también lo adornaban algunos mechones de color rosado.

Sus ojos café lo miraban expectantes, como si esperaba una respuesta, ella se percató de sus nervios, por lo que siguió hablando. Dios, ¿por qué era tan malo interactuando?

- Descuida, que drogar desconocidos no es mi pasatiempo favorito. Te ves algo tenso, y quizá el vodka ayude con eso. Y si no logra hacerlo, pues al menos hará que lo olvides - continuó la chica sin dejar de sonreír.

-Suena bien. Gracias, pero ¿no te traerá problemas? - preguntó refiriéndose a la bebida gratis.

-Para nada. Eres muy bonito como para preocuparte tanto, me llamo Abby, ¿puedo saber su nombre, misterioso caballero? - Steve vio su mano extendida sobre la barra, y decidió tomarla, aunque entró en alerta.

Esa chica era excesivamente amable con él, le regaló un trago y apenas lo conocía de dos minutos y ya le tenía apodos cariñosos. ¿Acaso estaba intentando coquetear con él? Mierda. Odiaba ese tipo de situaciones en el que alguna chica se le insinuaba y debía rechazarlas.

-Soy Steve, mmm... Abby, creo que estoy dando la impresión equivocada, quiero decir, eres una chica linda, realmente linda, pero soy gay - dijo avergonzado, se atrevió a mirar a Abby, quien asintió sin dejar de sonreír. Joder, debía dolerle la cara de tanto sonreír en el día.

-Gracias por contármelo, Steve, pero tengo ojos - respondió riendo ligeramente - sólo estaba siendo amable, lo siento si te incomodé.

-Oh no, no lo hiciste, es sólo que no estoy acostumbrado a que sean tan gentiles conmigo - dijo sin filtro alguno y se reprendió mentalmente por ello. Apenas dio dos sorbos al vodka, ¿era posible que estuviera ebrio?

-Veo que es un día difícil - contestó ella.

-¿Día difícil? Día de mierda, diría yo - Steve dio otro largo sorbo a su bebida, vio a Abby irse por unos segundos para hablar con la otra barista. Oh genial, espantó a la única persona que se percató de su presencia.

-Ven, aquí hay mucha gente y no se puede hablar bien - Abby lo sorprendió, ya no llevaba consigo su mandil de barista, lo tomó de la mano para guiarlo por la barra hasta llegar a un área que Steve supuso era vip, habían menos persona y parecía más privado - Ahora sí, soy toda oídos.

-¿En serio no te vas a meter en problemas por esto? - volvió a preguntar, nunca había trabajado en su vida, sin embargo, sabía que a ningún jefe le agradaría que sus empleados se tomen tantas atribuciones.

DISTURBIA (Steddie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora