Capítulo 56

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Steve no fue consciente de lo rápido que las horas pasaron mientras escuchaba a Joan relatando lo que fueron los más vívidos recuerdos de su madre. Encontraba una extraña fascinación en todo lo que decía la mujer, por más delicado que fuera el asunto, igual se trataba de la historia de su madre, de aquella mujer que le dio la vida y que le encantaría poder recordar con mayor detenimiento.

También se alegraba de saber que su padre no siempre fue un imbécil que no era capaz de controlar su temperamento, aunque le apenaba el destino final de Noah, un chico tan vivaz y con tantos sueños, terminó padeciendo de aquel terrible deceso simplemente por cargar con las consecuencias de acercarte a algún miembro de la familia Harrington.

Aún le faltaba mucho por conocer sobre la historia de sus padres, aunque, tras todo lo que Joan acababa de decir, podía darse una idea sobre el resto de acontecimientos, y se sentía agradecido de haber escapado a tiempo, no sólo corría peligro él, sino también Eddie, no solo por ser la persona que Steve eligió amar, estaba seguro de que su pasado en el laboratorio también tendría un papel protagónico en la historia, y con mayor razón estaba decidido a terminar de una vez por todas con Nicholas.

Volvió a la actualidad en cuanto Eddie acercó un pañuelo a su rostro, ayudándolo a secar sus lágrimas, de las cuales ni siquiera había sido consciente en derramar, agradeció a su esposo con una pequeña sonrisa tímida mientras buscaba refugio en sus brazos, si bien por fin estaba obteniendo aquellas respuestas que buscó por tanto, no cambiaba el final: Joan no le estaba contando una simple historia de amor, sino más bien, relatando algunos momentos felices antes del caos.

Después de todo, Steve sabía perfectamente el final: ambos murieron a manos de Nicholas Harrington.

Aunque no era la única persona recibiendo información que podía cambiarlo todo. Era la primera vez que Eddie escuchaba por todo lo que Joan había pasado desde que era apenas una niña, y siendo incluso más pequeña que él, tuvo que hacerse cargo de Paul, quien siempre fue un idiota malagradecido.

Debí de hacer algo bien, porque Abby no es como Paul, pensó Eddie.

Su hermana menor era la persona más amable y agradecida que conocía en el mundo, y se preocupaba porque el resto de personas estuvieran bien, incluso, como solía decir Steve, Abby tenía un corazón de oro, y por eso le resultaba tan sencillo perdonar a quienes la hirieron.

Paul jamás le agradeció a Joan ni una sola vez por todo el tiempo y decisiones que tuvo que tomar para que nunca le faltara nada. Y pese a los errores que la mujer cometió en el pasado, Eddie empezaba a comprenderla, porque después de todo, ellos eran muy parecidos.

-Lo siento, Steve, sé que debe ser difícil escuchar todo lo que te he dicho, pero si deseas podemos tomar un descanso, o continuar otro día - propuso Joan.

-No, disculpa si me veo patético, es sólo que... Todo esto es tan inesperado, y ellos parecen tan normales que me siento mal de haber pensado de manera equivocada - confesó llorando en el hombro de su esposo.

-Mi amor - lo arrulló Eddie brindando suaves caricias a sus brazos - Es exactamente lo que ellos querían que pensaras.

-Mi hermano y tu abuelo son especialistas en lograr convencerte de que creas lo que ellos desean, Steve - Joan estuvo de acuerdo - Y ese fue su propósito desde un inicio.

-¿Qué quieres decir con eso? No lo entiendo.

-Para eso debemos continuar - contestó la mujer.

Pero en ese momento la puerta de la cabaña sonó anunciando la llegada de Abby, Billy y Tommy, quienes empezaron a reunirse con Joan algunos días de la semana para cenar juntos. El grupo quedó sorprendido con la presencia de Eddie y Steve, pues solían alejarse de actividades que implicaran relación con Joan, sin embargo, ninguno dijo nada cuando la mujer comentó que se unirían a la cena.

DISTURBIA (Steddie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora