Cuando despertó, Steve tuvo la sensación de que sería un buen día, lo cual era inusual, pero decidió disfrutar del calor y alivio que abundaban en su pecho, tras tantos días grises, llenos de tristeza y soledad, decidió aprovechar aquella buena racha antes de que se fuera.
Era uno de los últimos días de verano, así que podría asolearse en la mañana, después dedicaría unas horas a avanzar a terminar sus pendientes de la escuela, incluso podía decirle a Ruby para salir a caminar.
Las rachas de buen ánimo eran poco usuales para Steve, y por ello siempre se planteaba muchos planes para el día, aunque, la mayoría de las veces no lograba completarlos, pero nadie podía juzgarlo por no intentarlo.
Es lo que más hizo en su vida.
Intentar, intentar, intentar, y volverlo a intentar.
Su cambio de humor no pasó desapercibido por Ruby, quien de inmediato sirvió un gran vaso de jugo de naranja en su lugar. Todo pintaba el escenario perfecto para una tarde diferente en su vida. Y estaba dispuesto a tener un buen día.
Pero Steve había olvidado que no importaba cuán dispuesto se encontrara, o cuántos ánimos le pusiera, eventualmente, el destino le demostraría que es en vano, y que su trabajo se limita a ello: intentar algo que jamás sucederá.
Apenas pudo dar un sorbo a su jugo antes de que Nicholas Harrington se abriera paso en la cocina para abofetear con fuerza el rostro de su nieto. Por la impresión - y el creciente ardor en el pómulo - Steve dejó caer el vaso, rompiéndose en pedazos pequeños.
-¿Qué te ocurre? - preguntó asustado, tocando con suavidad el área afectada de su rostro.
-Es lo mismo que me pregunto yo, Steve, ¿qué demonios te ocurre? - masculló el hombre mayor entre dientes, el castaño no entendía la razón por la que su abuelo se había enojado, hasta que le aventó un objeto al rostro, uno que reconoció de inmediato - ¿Vas a explicarme por qué mierda tienes un jodido labial, Steve?
-Yo... Eso... N-No es mío - negó de inmediato, su cuerpo empezó a temblar cuando Nicholas se acercó hacia él, y con temor desvió la mirada.
-No es tuyo - repitió su abuelo, aunque por la ironía en su voz, Steve sabía que no le había creído - ¿Escuché bien?
-No es mío - susurró.
-No te escucho, Steve, habla claro, como hombre
-No es mío - exclamó más fuerte, apretó repetidas veces sus manos, intentando crear una distracción en su propio cuerpo, para evitar llorar frente a su abuelo.
-Entonces, ¿de quién es? - preguntó inclinando su cuerpo hasta recuperar el labial en sus manos - ¿De Ruby? Ruby, querida, ¿este labial es tuyo? No, no es tu color habitual, entonces ¿es de Nancy? No, eso tampoco tendría sentido, ¿por qué guardarías en tu armario algo que es de tu prima, Steve?
-Lo encontré en la sala, se lo iba a devolver - se excusó temeroso, sintiendo el amargor de las primeras lágrimas derramadas.
-Entiendo, pero ¿por qué lloras, Steve? Ya te escuché, cuando Nancy despierte le preguntaré si es suyo, y volverá con su dueña. ¿Tienes alguna razón más para llorar?
-N-no - debía controlarse, aún no estaba seguro, pero el miedo lo paralizaba por completo. Cada vez que se enfrentaba a Nicholas seguía siendo un pobre niño indefenso y lleno de temor.
-Dime la verdad, Steve, ¿por qué estás llorando? ¿ese labial no es de Nancy?
-Es mío, señor Nicholas - intervino Ruby, en un intento desesperado de ayudar a Steve, pero el hombre no era tonto, y se limitó a chasquear la lengua, sin siquiera detenerse a mirarla. En cambio, destapó el labial y tomó con fuerza la camiseta de Steve - Señor Nicholas, ya le dije que es mío, por favor, deje a Steve.
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DISTURBIA (Steddie)
Fiksi Penggemar"Bienvenido a Disturbia el lugar donde tus pesadillas cobran vida, no te dejes engañar, aquí todos guardamos un secreto". En la noche de Halloween Steve visita un club de moda con el fin de convencer a su abuelo de que ha mejorado, comenzaba a resi...