Capítulo 31

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Steve siempre se sintió reconfortado por el peculiar sonido que emanaban los grillos en medio de la noche, aquel particular cántico apenas perceptible solía acompañarlo en sus noches de soledad, y de alguna manera, lo sentía como un apoyo, de que quizá todo en su vida podría mejorar, hasta que fue capaz de hallar al que se convirtió en su nuevo sonido favorito: la risa de Eddie. 

Aquellos momentos donde su novio dejaba de lado la faceta de una persona intimidante y permitía fluir a su verdadero ser, a aquel niño que se vio obligado a madurar a una edad temprana, y que Eddie se encargaba de guardar en un rincón apartado de su subconsciente, uno que permitía que Steve viera en momentos especiales. 

Los cuales eran más frecuentes desde que decidió abrirse y revelar los secretos que lo acompañaron gran parte de su vida. Por primera vez, Eddie se sentía libre, y Steve le brindaba aquella comprensión y cuidado que siempre necesitó. 

Se dieron cuenta de todo era más sencillo siempre que fueran Steve y Eddie. Tenían claro que juntos eran una combinación peligrosa, sin embargo, ninguno temía en arder en las llamas del infierno, si es que el otro lo acompañaba. 

-¿Puedes dejar de reírte por un minuto? Abby va a matarnos - exclamó Steve señalando a una particularmente llamativa mancha que acababa de incorporarse al mueble de uno de los asientos de la furgoneta. 

-Ni siquiera se dará cuenta, bebé - el rizado le restó importancia besando su mejilla - Y si lo hace, simplemente podemos decir que la camioneta está igual que siempre. 

-Tiene una lista con cada mancha - detalló mirando a su novio, para después empezar a reír junto a él - Esto es serio, Edd. 

-Bueno, no pueden culparnos, sólo somos dos torpes e inestables chicos perdidamente enamorados el uno del otro y no pueden controlar sus impulsos. 

-Cierto, es prácticamente imposible no pasar más de cinco minutos sin querer tocarte. 

-Opino igual, es un crimen que tengas un trasero tan perfecto y no planee hacerle nada. 

-Algunas veces me asusta la obsesión que tienes con mi trasero - Steve realizó un puchero mientras terminaba de ajustar su pantalón para bajar del auto, pero se detuvo al sentir las manos de su novio azotando su trasero - ¡Joder, Eddie! ¡Eso duele!

-¿En serio? Hace unos minutos no te quejabas - canturreó acompañando al castaño a sentarse sobre el capó del auto - Lamento no poder hacer más por ti - susurró y Steve ladeó su cabeza con confusión - Ya sabes... Esto. 

-¿Te refieres a nuestras citas?

-Me gustaría que pudiéramos hacer más cosas, no limitarnos a quedarnos en medio de la nada en una furgoneta vieja y rodeados de insectos. 

-¡Oye! Más respeto por los grillos que nos dan un concierto privado gratis - replicó el castaño. 

-Lo digo en serio, cariño, me gustaría poder hacer más por ti. 

-¿Más? No creo que sea posible, amor, siempre te encargas de darme lo mejor - respondió tomando su mano para besar cuidadosamente sus nudillos - Y me encanta que en medio de todos los problemas que tenemos hayas buscado la manera de tener un momento para nosotros lejos de todo. 

-¿Así no sea un gran restaurante o lo que sea que las personas normales hagan en las citas?

-Es mucho mejor, además, nosotros no encajamos dentro de la normalidad. 

-Debo darte la razón en eso. Oh mierda, casi lo olvido - Eddie pareció rebuscar entre sus bolsillos hasta ocultar el objeto en su mano - Espero no haberlo aplastado. Era el último de la tienda, pelee con la mamá de un niño por él y me costó sacarlo del radar de Tommy, pero sé lo mucho que te encanta - dijo poniendo frente a Steve una tableta de su chocolate favorito. 

DISTURBIA (Steddie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora