Capítulo 37

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Para su cumpleaños número siete, Steve tuvo una gran fiesta en la mansión Harrington, toda la familia se reunió por primera vez para celebrar juntos una fecha que consideraban especial - unido al creciente morbo que sentían por conocer al hijo que Elizabeth se esmeró tanto en esconder - también asistieron sus compañeros de escuela, y los de Nancy.

Jamás había visto a tantas personas reunidas en un mismo ambiente, tampoco había recibido tantos regalos en su corta vida, ni mucho menos la oportunidad de tener una fiesta tan grande.

Nicholas Harrington se encargó de contratar al mejor servicio del momento para organizar la fiesta que cualquier niño desearía, cualquiera menos el pequeño Steve. Él no deseaba un evento tan grande, ni siquiera contaba con los ánimos de celebrar su cumpleaños, tan sólo quería algo tan simple como unos nuggets de McDonalds, quizá una cajita feliz, si la sorpresa era lo suficientemente buena.

Porque lo que en verdad quería, nadie podía dárselo, a menos que alguien conociera un ritual para traer a su madre de la muerte. No entendía la razón por la que no podía mencionar a Elizabeth bajo ninguna circunstancia, incluso empezaba a dudar de su nombre. ¿El abuelo la llamó Delilah? ¿Cúal era su nombre? Su mente siempre se encontraba en medio del caos. A muy corta edad, Steve Harrington empezaba a preguntarse si había algo mal en él.

"No, Steve, lo que sucede es que eres estúpido y para eso lamentablemente no hay cura" , fue la respuesta que le dio su abuelo durante la cena.

Semanas después, Paul recomendó que Steve tuviera una mascota para ayudarlo a desarrollar sentido responsabilidad y autonomía, además de que consideraba que le haría bien tener un pequeño amigo que lo ayude a hacer la transición y adaptación de su hogar mucho más sencillo.

Fue así como Steve conoció a "Botones", un pequeño gato blanco con manchas negras del cual aprendió a hacerse cargo. Resultó menos complicado de lo que imaginó. Y al poco tiempo se volvieron inseparables, al grado de considerarlo su mejor amigo. A diferencia de los niños de su escuela, Botones no le preguntaba constantemente por sus padres, o se burlaba de él por no recordarlos, ni lo llamaba "estúpido" como su abuelo.

Tal vez Botones no era capaz de hablar, pero le ofrecía más comprensión que los seres humanos. Bueno, a excepción de Ruby. Ella siempre era amable. Steve amaba a Ruby, sin embargo, una parte de él se enojaba cada que le daban el día libre, porque significaba que debía quedarse junto a Nicholas.

"Por favor, no te vayas, Ruby, seré bueno, no te daré problemas, pero no me dejes" - le suplicó ese día.

"Mi niño, nada me gustaría más que estar contigo, si no fuera un asunto urgente, créeme que me quedaría" - le respondió apenada.

"¿Por favor?" - insistió.

"Steve, en verdad no puedo hacerlo"

"¿Es porque soy estúpido? Prometo mejorar, no me dejes con él, es malo"

"Te aseguro que todo estará bien, cariño. Sólo será un día"

"¿Lo prometes?"

"Lo prometo" - sin embargo, ese día Steve aprendió que no debía esperanzarse ni creer en las promesas, mucho menos en aquellas que realizaban los adultos. Entendió que muchas veces, utilizan esas sencillas palabras como una excusa para quitarse un problema de encima, pero no significa que sea cierto.

Dejó la puerta de su habitación abierta para ir a la cocina y servirse un plato de cereales con leche. Creyó que sería rápido y no ocasionaría ningún problema, pero, como era frecuente en él, se equivocó.

DISTURBIA (Steddie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora