Prólogo

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16 de junio de 2018

El frío viento azotó contra su rostro, despeinando su cabello nuevamente. Odiaba tanto los días así, ¿por qué debía desordenar su cabello cada diez segundos? No contaba con la suficiente paciencia para ello, así que terminó cubriéndolo con un beanie que llevaba en su mochila. Finalmente el semáforo cambió de color, indicando que podía cruzar.

Steve se distrajo observando a las personas a su alrededor, siempre le pareció curioso la manera en la que todos podían dirigirse físicamente hacia un mismo destino, mientras que mentalmente era fácil percatarse que iban por distintos caminos.

Probablemente, era su pasatiempo favorito en las pocas ocasiones que salía de casa: adivinar los pensamientos que abundaban en los demás: ¿hacia dónde irán? ¿llegarán a tiempo o con algunos minutos de retraso? ¿los esperará alguien en casa? ¿todos tendrán clara la misión que vienen a cumplir en la vida?

Bajó las escaleras del subterráneo y se colocó sus audífonos para detener sus pensamientos, empezaba a sentirse nervioso otra vez. Respiró profundamente mientras se concentraba en la música.

-Todo saldrá bien - repetía una y otra vez en voz baja, como si fuera un mantra - No es tan complicado, sólo debes confiar, decir la verdad y tener paciencia.

Sí, aquello era lo mejor.

De pronto la música pasó a un lugar secundario, tal vez debió elegir otra canción, una más pegajosa o más fuerte, que cautivara su atención, porque nuevamente se encontraba bajo ese estado que tanto odiaba.

Steve solía compararlo con un robot, porque podía continuar moviéndose mecánicamente, hasta que volvía a despertar, sin recordar gran parte de sus acciones, las cuales dejaban mucho por desear en los últimos años. Por ello buscaba constantemente distintos métodos para asegurarse de seguir consciente en el aquí y ahora, sin embargo, la canción que eligió no parecía ser suficiente.

Ya no se percataba de las personas a su alrededor, o el tiempo que faltaba para que el subterráneo llegara, o algún otro acontecimiento normal, en cambio, su mirada permaneció fija en los rieles. Parecían acoplarse tan bien a los trenes, en un camino tan armónico.

A Steve le gustaban los subterráneos, viajaban a una velocidad increíble, ¿así de rápido sería desaparecer si se aventaba hacia los rieles del próximo? ¿habría dolor? ¿qué sentiría en ese momento? Sólo unos segundos, un salto y todo termina.

Cuando se encontraba en aquel estado todo parecía un sueño, y sólo podía obedecer a aquellos pensamientos que se apoderaban de él. Ni siquiera se dio cuenta del momento en el que sus pies traspasaron la línea amarilla que limita el acceso del espacio donde los pasajeros pueden esperar.

Cerró sus ojos dispuesto a dar el último paso que lo llevaría a otra dimensión. Steve no estaba seguro si existía algo más allá después de la muerte, sin embargo, prefería averiguarlo que continuar en aquella casa.

Entonces fue detenido casi de inmediato por una fuerza ajena a su cuerpo, sentir la presión sobre su brazo lo hizo volver en sí. ¿Qué demonios acaba de ocurrir? ¿Sólo lo pensó o en verdad él...?

Una chica de cabello oscuro y liso lo tenía sujetado fuertemente del brazo, guiándolo hacia su lugar para evitar una desgracia. En medio de la confusión Steve se quitó los audífonos, no había duda alguna que su peor enemigo era su propia mente.

-¿Acaso estás loco o eres muy estúpido? Debes tener más cuidado, un segundo más y te volaban los sesos - exclamó claramente nerviosa por la situación - Jesús, me diste un jodido susto de muerte.

-Lo siento - respondió en voz baja, aún aturdido por este episodio.

-Discúlpame, fui un poco grosera, ¡es que en serio me asusté! ¿Te encuentras bien? ¿Necesitas ayuda? ¿Te drogaron y estás perdido? - continuó preguntando.

DISTURBIA (Steddie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora