Capítulo 4

443 51 0
                                    

— ¿Por qué no le dijiste?

— Porque prefiero que piense que no la voy a matar para que así sea más fácil que pueda recordar. Si le decía eso estaba más que seguro que ella no iba hacer nada por el miedo que se le avecinaba.

— Sería una gran distracción después de todo — musitó Jack, llamando la atención del castaño.

— ¿Distracción? ¿De qué hablas?

— Puede infiltrarse en las mafias que nos están pisando los talones y que quieres apoderarse de tu territorio. Sería como Sam, que se infiltra como escolta, pero ella sería la mujer que hipnotiza a sus víctimas y los atrae a la boca del lobo, ¿No es genial mi idea?

— De seguro esa chica ha pasado por muchos mafiosos, así que ya le han de reconocer.

— Solo ha estado con el italiano que acabamos de matar hace algunos minutos. Tuve la información de esa chica cuando fui a la oficina de ese maldito, apenas tienes 20 años y esos cincos años ha estado en manos de esa mafia invisible hasta ahora que estuvo en manos del italiano, estando con él dos meses nomás.

— Entonces mi idea es bastante buena ¿verdad?

— Sabes bien que no nos quedamos con nuestras víctimas, que las matamos después que ya no sirven.

— Lo sé, solo fue una sugerencia.

— Mejor iré a descansar, fue muy cansado este día.

El castaño se levantó de la silla para luego dirigirse hasta su habitación, cerrando con fuerza provocando que hasta en la sala se escuchará.

— Es mejor que no te metas, Jack, esa chica no estará con nosotros mucho tiempo.

— ¿Por qué lo dices, Kendall?

— ¿Aún quieres que te recuerde con lo que pasó con aquella chica?

Y claro que lo recordaba.

Tan solo hizo una mueca con sus labios al recordar que se había encariñado con una de las víctimas que había tenido el castaño hace un año, la cual iba a ser utilizada como carnada para que uno de los mafiosos rusos llegará a su trampa.

— No me lo recuerdes, fue algo difícil de olvidar — suspiró — Me iré a mi habitación.

Kendall veía como Jack desaparecía por el aquel pasillo para luego abrir y cerrar la puerta de su habitación. Sonrió triste al recordar que Jack era alguien que se encariñaba mucho con las personas y luego sufría las consecuencias de ello. Esperaba que no cometiera el mismo error otra vez con esa chica, porque más víctimas que caían en manos del castaño, nunca duraban.

***

— La base aérea del país está bien resguardada, no creo que podamos entrar ni siquiera como infiltrados.

— ¿Desde cuándo es imposible hacer una tarea, Sam?

— Después de lo que acabaste hacer en la estación de trenes y las demás atentados casi en toda la ciudad. Lo que quiero decir es que ahora no podemos infiltrarnos allí por lo reciente.

— Quiero que esos idiotas se pudran en el maldito infierno por haber derribado por sus estúpidos artefactos a mis avionetas, las cuales tenían bastante cantidad de droga. Joder, perdimos mucho dinero por estos idiotas — siseó enojado y apretando sus puños al recordar aquello.

— Tomaremos venganza como sea, Noah, pero en estos momentos no podemos hacerlo.

— Mierda, ¿cuánto? ¿Una semana? ¿Mes? Joder, ¡quiero que lo hagan ahora!

La debilidad de un mafioso (Segunda Trilogía) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora