— Ya sabes cómo son las cosas niña, no quiero que estes chillando todo el tiempo porque me irrita eso hasta tu presencia.
— N-no haré nada que puedas molestarte — susurró.
— Espero que cumplas con tu palabra y yo cumplir con la mía de no hacerte daño — bufó.
Jhosua vio como la chica temblaba encogida con sus piernas hasta su pecho y sus brazos abrazándose así misma. Por la camiseta que llevaba, a simple vista se podía ver los moretones recientes y antiguos en sus brazos, además de haber sido quemada con cigarrillo, pero no tan grandes, y sobretodo marcas de haber sido tortura en su cuello y algunas heridas en sus clavículas y manos.
No me puedo esperar más de la mafia.
La chica se había percatado que Jhosua había estado mirando sus marcas tanto de golpes como las de torturas, por lo que trato a toda costa ocultarlas.
— No me mires — susurró — No me gusta.
Jhosua no dijo nada más y salió de la celda en busca de algo o de alguien más bien. La pelirroja solo suspiró de alivio al notar que nadie le haría, por el momento. Creo que ni siquiera iba a poder dormir en esa celda, porque las únicas veces que había podido dormir fue cuando estaba con ella, porque ella se encargaba de cuidarla y protegerla en todo momento.
Se sentía triste consigo misma porque había querido ser golpeada en su lugar, pero ella nunca le permitía porque decía que ella era la mayor y ella aún una niña que no debía pasar por eso, más cuando esos hombres venían y querían llevarse a ella pero la otra chica se interponía siendo ella quien recibiera la peor parte.
Empezó a sollozar por ser tan débil y estar con miedo casi todo el tiempo, siendo difícil para ella porque no podía ayudarla. Aunque no era tocaba por esos hombres, en realidad la golpeaban y la torturaban múltiples de veces hasta cansarse, teniendo que pasar las peores atrocidades de esas horribles personas.
Estuvo así, sollozando y sintiendo remordimiento por todos esos años. La vida había sido injusta con ella de la peor manera, siendo secuestrada a los quince años cuando salía del colegio y luego ser llevada a lo que se sería su infierno. Desde ese día su vida cambió por completo, siendo un gran sufrimiento y dolor, sollozando todas las noches al saber que nunca más volvería a ver a su madre y que muy pronto la matarían.
Cada vez que pensaba en su muerte solo podía imaginarse las peores situaciones para ser asesinada. Todo se sentía como una completa pesadilla difícil de decir que solo era fantasía y no la realidad, la misma que le tenía miedo cada día que pasaba. El cansancio, debilitamiento y el miedo era una rutina de todos los días.
La puerta nuevamente fue abierta, dejando ver al chico que la iba a vigilar todo el tiempo y una chica.
— Veré que puedo hacer, Noah — la chica había estado hablando por el walkie talkie y después poner la suma atención a la chica — Tan solo verte así no me quiero imaginar las heridas y golpes que tienes debajo de esa ropa. ¿Podrías levantar tu camiseta? Necesito verificar que no tengas heridas que podrían infectarse.
La pelirroja apretó sus labios y vio a otra dirección que no era de la chica. Ésta al notar que no le había hecho caso y que tampoco la estaba mirando, desvío su mirada hacia atrás y en ese momento entendió.
— Sal de aquí, idiota — siseó y Jhosua bufó.
— Me llamas si esta chica te da problemas.
— Para qué te tengo que llamar si se perfectamente lo que tengo que hacer en esos casos.
— Mejor me voy — salió de la celda.
La pelirrubia solo suspiró y volvió a mirar a la chica pelirroja, la cual se encontraba con su mirada perdida y mordiendo sus labios a cada segundo.
ESTÁS LEYENDO
La debilidad de un mafioso (Segunda Trilogía)
Mystery / ThrillerQuién creería que aquella chica pelirroja llamada Abby se convertiría en su debilidad y su perdición Su vida criminal tuvo una razón. Su vida se volvió en un laberinto de peligros donde la mafia era un camino fácil para encontrarlo a la persona que...