Capitulo 37

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— Noah

El castaño se quedó mirando a la pelirroja con un semblante que le era difícil descifrar. La miraba con un brillo en sus ojos como si no hubiera visto en años a la persona que tanto ama y anhela en su vida, llena de emoción y melancolía.

Abby quería ir hacia él para preguntarle lo que le pasaba, pero algo pasó por su cabeza como algo fugaz, dejándola desconcertada, porque no conocía al niño que apareció en pocos segundos en el mismo rostro del castaño. Se quedó estática, procesando lo que había visto, y se sintió abrumada por la situación y más al notar el ambiente real de la oficina.

El castaño se levantó de su asiento hacia su dirección con el mismo semblante. No dudó ni un segundo en abrazarla y la pelirroja se tensó por el repentino accionar del castaño, pero aún sin entender lo que estaba sucediendo, se relajó.

— Eres tú... — susurró — Mi hermoso ángel.

Ella no entendía lo que estaba pasando, pero Kendall los miraba con suma ternura, dándole entender cosas positivas que negativas.

— Al fin te tengo en mis brazos.

A pesar del cambio de ambiente, Sam se quedó pensativo. Es decir, si ella es la niña de sus recuerdos y el primer amor de la infancia del castaño, entonces recién tenía 2 años y el castaño 7 años. Es ilógico y algo no le cuadraba, por lo que sin querer se acercó al escritorio y vió el diario de Noah.

Leyó algunas partes y llegó justo donde quería visualizar. Cuando lo hizo, Sam frunció el ceño al leer que la niña se llama Abby, al igual que la pelirroja que estaba presente, pero que su edad no concordaba. La niña tenía cuatro años y el castaño siete años, entonces actualmente ella tendría 22 años de edad.

Se alejó del escritorio mientras miraba a la pelirroja. Se acercó a Jack, quien solo miraba a Karol. Un golpe en su brazo lo hizo mirar a su lado.

— Algo no me cuadra — le susurró.

— No entiendo...

— La niña que se menciona en el diario tenía cuatro años y actualmente debe tener 22 años; sin embargo, ella tiene 20 años.

— Eso no puede estar pasando.

— Creo que deberíamos investigar más sobre ella, o por lo menos dar con algo más sobre la niña.

— Tenemos que decirle a Noah.

— Creo que en estos momentos no se va a despegar de Abby.

— Cuando lo haga...

Sam solo asintió.

Carajos, tengo que irme.

No podía esperar más tiempo, contando con que en unas horas tendría que entrometerme en los asuntos del mafioso que han estado buscando hace mucho tiempo, robándole su mercadería.

— ¿Noah? — preguntó, queriendo separarse un poco para verlo.

— No te separes de mi...

— Me estás asustando ¿sabes? Hace rato te escuché gritar, cómo si algo te hubiera ocurrido.

— Es que esperé por tanto tiempo verte de nuevo y nunca me imaginé encontrarte de esta manera.

Ella seguía confundida.

— No entiendo...

— ¿Acaso no me recuerdas? — se separó un poco y ella le seguí mirando confundida — Amor, soy Noah, el niño con quién jugabas todas las tardes en el jardín de mi casa.

— N-no recuerdo, ni siquiera mi infancia.

Noah se sintió un tonto, pues no había recordado que Abby le había dicho que no recuerda nada de su infancia. Estaba tan emocionado al saber que la niña que rondaba por su cabeza en realidad era ella, su pequeño ángel.

La debilidad de un mafioso (Segunda Trilogía) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora