Capitulo 28

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— Sácala de esta camioneta y llévala a las nuestras. La policía estará en unos minutos por esta zona.

Jack apagó el automóvil y se bajó de esta para luego abrir la otra puerta trasera y subir a la castaña a sus brazos. El castaño solo suspiró e hizo lo mismo con Abby. Las camionetas llegaron hasta donde ellos, siendo seis en total.

— Jefe, debemos irnos rápidamente. La policía está rodeando la zona hasta llegar a la carretera, la única opción es pasar el bosque y salir por la carretera larga.

— Carajos — siseó — Muevan todo, debemos irnos por este lado.

— Yo manejaré — habló la pelinegra — Se qué no podrás manejar en este estado.

El castaño asintió y se subió en la parte de atrás, dónde la puerta ya estaba abierta. Jack también se sentó en la parte de atrás con la castaña en sus brazos, manteniendo un silencio sepulcral que lograba sentirse la tensión del momento.

— Vámonos, Sam — el pelirrubio se quedó pensativo mientras miraba el camino por dónde vino, pero al escuchar la voz de la pelinegra se tensó un poco.

— Entendido.

Manteniendo su mirada por dónde vino mientras se dirigía a la camioneta, pudo notar unas linternas, pasos de personas y si fuera poco las voces de ellos.

— Carajos, ¡Vámonos, ya! — gritó el castaño.

Sam volvió en sí y se adentró a la camioneta, esperó unos segundos para que todas las camionetas salieron de la zona. La policía llegó cuando Sam estaba haciendo una maniobra con la camioneta para ir por dónde fueron las demás camionetas, pero su mirada se conectó con una persona que el pelirrubio conocía muy bien.

El joven se impresionó al reconocer a la persona que manejaba la camioneta, por lo que el pelirrubio apartó su mirada musitando unas palabras en el mismo y dió la vuelta para seguir a los demás. Por el retrovisor miró a esas dos personas que los conocía tan bien que hasta se sentía culpable por sus acciones.

La policía llegó y el Comandante dió la orden para que siguieran a las camionetas y dispararán. Sin embargo, fue demasiado tarde, las camionetas se perdieron de vista y Ben se quedó en shock por lo que vió por algunos segundos, ocasionando que olvidará la misión completamente.

— ¡Se escaparon! — gritó frustrado el Comandante.

— Debimos traer helicópteros, Comandante.

— Los helicópteros están en mantenimiento, oficial.

— La ambulancia ya viene en camino para que se lleven al Agente Louise y los forenses — habló uno de los oficiales, guardando su arma — Por lo menos encontramos algunos mafiosos, socios y políticos que los estaban buscando por mucho tiempo por sus actos ilegales.

— Tiene razón, oficial — el Comandante suspiró — Mañana daremos aviso sobre este suceso en la rueda de prensa — empezó a caminar.

— Comandante — uno de los oficiales lo detuvo — Este automóvil tiene rastros de sangre en la parte trasera del automóvil.

El Comandante frunció el ceño y se dirigió hasta el automovil. El oficial le indicó donde estaba los rastros de sangre, y efectivamente, había rastro de sangre con una cantidad que podía ser llevada a investigaciones.

— Que uno de los forenses llegue a esta zona para las respectivas investigaciones.

— Entendido, Comandante.

***

— ¿Cómo están, doctor?

— Por suerte las dos chicas están bien.  Una de las chicas tenía droga en su sistema, especialmente para dejarla inconsciente, pero la forma que fue inyectada casi le deja en coma. Y la otra chica, tuvo heridas muy profundas en sus brazos y por suerte la bala no llegó a extremos mayores. Por el momento están dormidas, y que por favor, no hagan mucho esfuerzo hasta que sus heridas estén sanadas. Con todo esto, me retiro.

La debilidad de un mafioso (Segunda Trilogía) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora