Abby solo sentía las manos de ese sujeto tocando asquerosamente por todo su cuerpo. Sus lágrimas mojaban todas sus mejillas y su garganta parecía arder de tanto gritar por debajo de la cinta, pero era inútil. Había pasado minutos desde que ese sujeto estaba allí dentro, tocando todo besando a más no poder por todo su cuerpo, especialmente su cuello.
El repudio y el asco eran eminentes, sus fuerzas se iba desvaneciendo poco a poco por la fuerza que ejercía el sujeto en ella. Estaba inmóvil e indefensa, las pocas probabilidades de que alguien viniera a su rescate eran niñas, porque al parecer todos estaban dormidos y no había ninguna pizca de ruido por allá afuera.
Ya esperaba lo peor al escuchar como fue desgarrada su vestimenta, luego su ropa interior. Ahora lloraba mucho más por lo brusco que estaba siendo el sujeto al tocar sus partes íntimas, escuchando a la vez el pantalón ser bajado al igual que su boxer para luego sentir el miembro de éste cerca de su parte íntima.
Ayúdenme, por favor...
— La vamos a pasar bien rico, muñequita — Al escuchar a ese sujeto decir aquello, le dió unas ganas de vomitar — Porque después me iré muy lejos de aquí, pero aunquesea pude disfrutarte por unos minutos.
Abby ya no forcejeaba con el sujeto sabiendo que en ese momento iba ser abusada por ese sujeto. Su mente divagó a viejos recuerdos cuando quisieron abusar de ella, pero nunca pudieron porque alguien se sacrificaba por ella. Le dolía y se sentía impotente al no poder hacer nada para evitarlo, siempre llevaría la culpa por eso.
También sus recuerdos felices vinieron a ella cuando estaba con su madre y sus grandes momentos de su niñez y parte de su adolescencia. Era feliz sin saberlo, disfrutaba de su libertad sin ataduras con sus amigos y especial con su amigo de la infancia. Las cosas que hacía en sus momentos libres y en las vacaciones eran súper divertidas y más cuando pasaba con Alex, su amigo de la infancia, el mismo que la acompañaba a la playa, le ayudaba hacer postres, se ponían hacer bulla por todo el vecindario hasta escuchar a los mismos vecinos que se callarán, iban a las ferias que se instalaban en el centro de la ciudad por las vacaciones, y entre muchas cosas más que hubiera querido disfrutarlas más al saber que su vida cambiaría para siempre aquella tarde de Septiembre.
Cuando volvió a la realidad, ya no sentía el peso del sujeto encima de su cuerpo, ni siquiera sus manos, en cambio podía escuchar las palabras llenas de enojo de alguien y ruidos como si estuvieran golpeando. Solo sintió cuando taparon la desnudez de su cuerpo y ser abrazada por alguien.
— Llévalo a la zona de castigos, este imbécil se va a arrepentir de haber tocado lo que es mío — siseó una voz ronca llena de ira que lo pido reconocer muy bien.
— Si Jefe.
Aún estaba en un estado de shock sin ni siquiera poder abrir sus ojos por lo mismo y empezar a temblar por lo ocurrido.
— Oh por dios, Abby — el susurro combinado con pequeñas caricias por su melena roja — Lo siento tanto...
Un leve suspiro se escuchó muy cerca de ella y luego otras caricias por su mejilla e inconscientemente frotó sus mejillas en busca de más. El temblor en su cuerpo se iba desvaneciendo al tener a personas conocidas en su alrededor. Por la falta de tacto, se acurrucó más en la persona que la tenía entre sus brazos, pero al instante pudo sentir como era alzada en los brazos que ya conocía perfectamente, además que el perfume que traía consigo lo delataba.
— Ven con nosotros, Kendall.
Se acurrucó más en él, sintiéndose protegida nuevamente.
— Perdóname de nuevo — susurró — Lo siento por no protegerte.
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La debilidad de un mafioso (Segunda Trilogía)
Mystery / ThrillerQuién creería que aquella chica pelirroja llamada Abby se convertiría en su debilidad y su perdición Su vida criminal tuvo una razón. Su vida se volvió en un laberinto de peligros donde la mafia era un camino fácil para encontrarlo a la persona que...