Noah siguió el camino que había ido Jhosua hace unos minutos. Lo había memorizado para no perderse, pero sabía que esos momentos ya se habían dado cuenta que había salido de la camioneta sin decir nada. No podía esperar un minutos más para saber de su amada, necesitaba llegar a ella y salvarla de esa gente antes de que le pueda hacer daño, y odiaba tener ese pensamiento de que pueda hacer algo mucho peor.
Apretó su mandíbula y al llegar a la zona del aterrizaje, pudo notar a un escolta muy cerca de donde se encontraba. Siguió caminando con mucho cuidado, agachándose un poco hasta llegar hacia el escolta. En un punto en el que el escolta estaba distraído con el teléfono celular, el castaño lo golpeó en la nuca con fuerza.
Empezó a sacarle la ropa al escolta y a la vez su ropa. Se puso la ropa del escolta y sobre todo la máscara y la gorra, poniendo su ropa en un lugar menos visible. Arrastró el cuerpo del escolta hasta los arbusto, sacó entre su ropa una navaja y lo degolló. Caminó hasta donde se encontraba principalmente el escolta y una llamada entrante en en teléfono del mismo, no tuvo más opción que contestar.
— Escolta, en cinco minutos la avioneta aterrizará en la zona.
La voz de esa persona que tanto odio le tenía, resonó en su oído, apretando más su mandíbula y sus manos.
— ¿Me escuchó, escolta?
— Si Jefe — cambió su tono de voz, tratando de que el mafioso no sospechara nada.
— De acuerdo...
El castaño cortó la llamada y bajó el teléfono.
— Muy pronto cortaré tu garganta, desfigurando cada centímetro de tu rostro y tu asqueroso y obeso cuerpo, y también córtate esas asquerosas manos por haber tocado a mi amada. Arderás en vida y te arrepentirás de haberte metido conmigo.
Todo eso estaba consumiendo al castaño, el enojo y la ira se estaba dispersando por todo su ser queriendo perder la poca cordura que aún mantenía. Pasaron los cinco minutos, pero para él fueron eternos y aún no comprendía como es que no descargó su ira contra algo o alguien. El sonido de una avioneta se escuchó muy cerca y solo bastó unos segundos para que la avioneta se presentara al frente suyo y luego aparecieron otros escoltas por su alrededor.
Empezaron a descargar la mercadería, poniéndola en las cuatro camionetas. El castaño no se movía de donde se encontraba, hasta que un silbido lo sacó de sus pensamientos.
— Tenemos que mover las camionetas, escolta 89.
El castaño asintió. Caminó hacia una de las camionetas, pero solo se subió a la parte de atrás, donde pusieron la mercadería. No le dijeron nada, más bien lo dejaron que vaya junto con la mercadería.
Pusieron marcha a las camionetas y el castaño solo sonrió ladino.
Al fin te conoceré maldito bastardo.
***
— ¿Por qué no pueden entrar a las cámaras?
— Es un proceso que dura una semana y no podemos demorarnos ante un caso como esto, Agente.
— Ni siquiera pudimos encontrar a ese joven. Él nos pudo haber dado información valiosa.
— Lo sé, pero debemos seguir buscando a los dos. Dos helicópteros y varios oficiales los están buscando, por el momento debemos seguir con nuestro trabajo de encontrar información.
El Agente apretó sus manos, tenía en mente hacer su trabajo por su cuenta para encontrar a Abby, porque si esperaba respuesta por otro lado, se tardaría, tal y como ha sido esos cinco años.
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La debilidad de un mafioso (Segunda Trilogía)
Mistério / SuspenseQuién creería que aquella chica pelirroja llamada Abby se convertiría en su debilidad y su perdición Su vida criminal tuvo una razón. Su vida se volvió en un laberinto de peligros donde la mafia era un camino fácil para encontrarlo a la persona que...