Capitulo 36

99 27 0
                                    

Sander.

El pelirrubio se despertó abruptamente con la respiración agitada. Trataba de mantener la calma y regular su respiración, pero era un poco difícil. Tragó con dificultad al escuchar en sueños su verdadero nombre.

— Carajos — siseó mientras frotaba sus manos en su rostro — ¿Por qué me tiene que pasar esto?

Ladeó un poco su cabeza a un lado y luego al otro para luego levantarse de la cama. Iba directo al baño, pero se quedó estático al ver esa puerta. Aquella era un pequeño cuarto para meter cualquier cosa, tal como si fuera un cuarto donde ponen cosas sin importancia o un pequeño espacio para poner ropa.

En ese lugar, estaba sus recuerdos y las razones de su conciencia. Ver nuevamente, era como traer consigo el mal hermano que es por convertirse en eso, en un criminal. Es un secreto que lo tiene bien guardado en una pequeña cajita: una fotografía que lo mantiene oculto, un rastreador de gran tecnología casi destruida, y su placa como Agente.

Aquella cajita que lo ha acompañado desde que empezó con la misión de infiltrarse en la mafia que casi acaba con su vida.

Esa noche tuvo que huir de esa mansión al escuchar que lo iban a matar por supuestamente robar y traicionar a su Jefe, cuando en realidad él no hizo nada. Estaba por concluir la misión, pero todo se vino a bajo por ese idiota que lo envidiaba.

Flashback

— Jefe, ese novato fue quien hizo todo esto.

— ¿Cómo demuestras que él fue? — preguntó muy enojado — ¡Dime, carajos!

— Este es el vídeo.

De mala gana y con su furia aumentando por todo su ser, puso la USB en la computadora y reprodució el vídeo. Sus manos se hicieron puños al instante al ver a uno de sus escoltas robando de la caja fuerte mientras miraba a todos lados y luego ir hasta su escritorio y seguir robando desde la computadora.

— Todos sabemos que el único que tiene un tatuaje en su mano y otra en su brazo, es Sam.

— ¡Llevenlo a la zona de tortura! ¡Ahora! Se va a arrepentir por esto.

El pelirrubio pudo escuchar todo por detrás de la pantalla, así que su vida estaba en juego, y tenía poco tiempo para salir de allí antes de que lo maten.  Se dirigió hasta su armario y sacó la pequeña maleta. Metió la computadora, un poco de ropa, el arma y la pequeña cajita.

Salió por la ventana de su habitación y empezó a correr por toda la zona hasta llegar a las rejas que separaba la mansión con el bosque. Empezó a escalar rápidamente, que al llegar a la cima, botó su maleta.

— ¡Ahí está, detengalo!

— Carajos — siseó y no tuvo más opción que botarse, haciendo un movimiento para que no se lesionara.

Escuchó disparos atrás suyo, pero no impidió para que siguiera corriendo por su vida. Ni siquiera tuvo tiempo de avisar al Comandante o a su hermano de lo que estaba ocurriendo para que lo vinieran ayudar. Lo único que pedía era llegar a la carretera lo antes posible.

De tanto correr, sus piernas le estaban doliendo y su cansancio se estaba notando. Aún podía escucharlo una lejanía prudente, pero entendía que estaban a punto de alcanzarlo, ya que las heridas que tuvo por la reciente misión por territorio, aún no estaban sanadas por completo.

Algo llegó a su pensamiento y pudo entender el porqué aún lo perseguía, era por el rastreador. Siseó por lo bajo y se detuvo en un árbol grande. Se sacó el rastreador que tenía en el bolsillo de su uniforme de escolta y la botó, luego agarró una piedra y la destruyó.

La debilidad de un mafioso (Segunda Trilogía) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora