Extra Parte I

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La noche de la explosión

— En unos minutos nos iremos, todavía falta que él venga.

— ¿Está seguro, joven? Escuché que toda las fuerza policiales y militares están rodeando la zona.

— No creo que estén merodeando esta zona, solo están concentrados en abrir esa cúpula.

— Como usted diga, joven.

Milo miraba hacia el bosque. Aún seguía pensando en lo que le dijo el castaño, parecía decir la verdad, pero le costaba verse débil nuevamente y más cuando el castaño le decía las cosas contrarias a lo que le había el mafioso. Él no sería capaz de mentirle ¿verdad? La duda sucumbe su cabeza como un enigma sin resolver y odiaba sentirse de esa manera.

— Este dolor no se ha ido — se sentía frustrado.

— Joven, la chica acaba de despertar...

Milo asintió y caminó hasta donde se encontraba la pelirroja. Bajó por la pequeña escalera y les dio una señal al escolta para que abriera.

— M-Milo...

— Ya te aprendiste mi nombre, me alegro por ello — cerró la puerta.

— ¿Por qué haces esto? Ya fue suficiente, Noah ya sufrió demasiado en su niñez y hasta ahora.

— Todo es mentira, joder.... ¿A caso le crees a ese idiota? Entiende que ese bastardo debe sufrí lo mismo que yo. Espere tanto este momento y me alegro demasiado que sea quien pueda vivir en paz después de ese bastardo muera en soledad o que él lo mate. No me importa en realidad, pero por lo menos tengo la satisfacción de que pueda sufrir de manera lenta y dolorosa.

— Le creíste más a un mafioso que tu propio hermano. Ni siquiera te has preguntado la razón de tus dolores de cabeza, porque yo si lo puedo entender... algo dentro de ti está llamando a gritos tus verdaderos recuerdos, a los momentos felices que viviste junto a tu familia, y está rechazando después de tantos años una manipulación por la persona que ahora está haciendo sufrir a tu hermano.

El dolor comenzó a intensificar poco a poco.

— Cállate — siseó entre dientes mientras ponía sus manos en su cabeza.

— No me voy a callar. Noah te ha buscado todo este tiempo ¿no lo ves? él se sentía devastado al verte, en lo que te convertiste y todo lo que te hicieron esos malvados. Tal vez te rehusaste al escucharlo, pero esta vez me vas a escuchar a mi — habló sin miedo. Si quería salir de ese lugar y buscar al castaño, debía enfrentar y ayudar a su hermano.

— ¡Que te calles maldita seas!

— Te dije que no... no voy a permitir que maten a la persona que amo y tampoco permitiré que maten a la persona que tanto te ha querido desde niño. Eres su hermano, Milo, por Dios tienes que darte cuenta de la gran mentira que te hizo creer ese hombre.

Milo apretó su mandíbula y se acercó con un semblante amenazante hacia la pelirroja. La agarró de su nuca, pero ella nunca dejó salir algún indicio de miedo.

— ¿Tienes agallas niña?

— No soy una niña, pero tú te estás comportando como uno.

Milo la abofeteó, provocando que la pelirroja cayera al suelo. Él retrocedió, el dolor de cabeza lo estaba volviendo loco. No soportó más e intentó salir de esa pequeña habitación, pero la voz del mafioso se escuchó por el auricular.

— La traición de tu madre es quien me originó todo esto — empezó.

—  ¿Q-qué tiene que ver mi madre con usted?

La debilidad de un mafioso (Segunda Trilogía) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora