Capítulo 29: Secuestro

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Inevitablemente me preocupé cuando no pude tocar la mano de Daniel, sino que solo la atravesé. Él ya me había dicho que algo así había pasado pero no dejaba de asustarme. Solo me tranquilizó un poco el hecho de que antes de desaparecer por completo, me sonriera. Me hacía sentir que no debía preocuparme demasiado. Sin embargo fue cuando recibí su mensaje que pude sentirme más aliviada.

Me dirigí a casa pensando en lo que había pasado entes. Él me había besado. Pero... ¿por qué hizo algo como eso? Y todas esas cosas que dijo que sentía... ¿cómo era posible si él me había dicho que los cupidos no podían hacerlo? ¿Acaso me mintió? Por otro lado, ese era mi primer beso. En mi vida había besado a alguien y ahora... mi corazón no dejaba de latir fuertemente.

Cambiando a otro tema, no dejaba de pensar en lo que seguía pasando en la escuela. En primer lugar el repentino cambio de humor de Daniel se debió a los rumores que circulaban en la escuela acerca de mí. Patrick había dicho que haría todo lo posible por aclararlos así esperaba que pudiera hacer algo. Por último, estaba Melissa quien era otra afectada en todo esto. Ella era una de mis principales razones para querer aclarar todo ese embrollo. No quería que ella sufriera más, aunque a decir verdad me entristecía un poco el hecho de que haya creído todo eso sin consultarme antes; al igual que Daniel, por eso aún estaba algo molesta con ambos.

Toda esa noche, mi cabeza estuvo llena de todos esos pensamientos. Al día siguiente por la mañana, a pesar de que casi no pude dormir, me levanté muy temprano para comenzar con pie derecho.

Me dirigí a la escuela pasando de largo por la casa de Daniel, la verdad era que no quería encontrármelo aún. Mis mejillas ardían al recordar lo que había pasado el día anterior. Continué mi camino hasta que escuché una extraña voz decir mi nombre.

-¿Emily Watson?- era una voz masculina y algo grave, yo me giré para encontrarme así con la imagen de un hombre alto, pero que tenía su cara cubierta con un pasamontañas. Se encontraba observando una fotografía- definitivamente eres tú- dijo y después dejó de mirar la fotografía para volver a mirarme a mí.

-¡No puede ser! ¡Me van a robar! - pensé en ese momento al comprender la situación. Ese definitivamente era un ladrón. Nunca me había pasado algo así. Me puse realmente nerviosa. Quería correr pero por alguna razón las piernas me temblaban. Por otro lado... dijo mi nombre... ¿por qué sabía algo así?

-Tráela, entonces- escuché decir a la otra voz también masculina que parecía provenir de un auto de color negro que se encontraba muy cerca de allí.

En ese momento quise decir muchas cosas pero no pude hacerlo, todo ocurrió de una manera tan rápida. De un momento a otro, uno de los sujetos me agarró fuertemente y me obligó a entrar al auto. Por supuesto que forcejeé para intentar escapar. No entendía lo que estaba ocurriendo. Sin embargo su fuerza era muy superior a la mía, razón por la cual no pude escapar.

- ¿QUIENES RAYOS SON USTEDES? ¿QUÉ ES LO QUE...?- grité cuando estaba dentro del auto, pero no pude decir nada más. Sentí un fuerte golpe en mi cara y después todo se puso oscuro.

...

-Sí... entiendo. Ya te dije que solo está inconsciente... no le hemos hecho nada más... - era lo que estaba diciendo uno de los sujetos por un teléfono, cuando pude recobrar la conciencia.

Observé todo a mí alrededor y pude darme cuenta de que me encontraba en un lugar con poca luz. Uno de los tipos estaba sentado observando por una ventana, mientras que el otro estaba de pie hablando con alguien por teléfono.

-Sí... ya debe estar por despertar...- continuaba diciendo el tipo, cuando se giró y me miró- es más... ya despertó. Bien, adiós.- ese sujeto también llevaba un pasamontañas, pero este no cubría su boca. Al parecer lo había arremangado un poco hacía arriba para poder hablar bien. Aun así, no podía ver de quién se trataba.

Enamorada de cupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora