Como ya era muy tarde, decidí esperar hasta el día siguiente para buscar a Daniel. Eso hice. Fui primero a su casa, pero después de timbrar y tocar varias veces me convencí de que no se encontraba allí. No tenía idea de dónde buscarlo, así que decidí llamarlo pero su celular estaba apagado. Era inútil entonces enviarle un mensaje. Me devolví para mi casa tratando de pensar en algunos lugares en los que podría estar pero no terminé concluyendo nada.
Lo busqué por varios días pero no lo encontraba. De verdad estaba muy desesperada. En esos momentos solo imaginaba lo peor, por mi mente solo pasaba una cosa. Daniel se había ido. Se había ido para no volver nunca. Muchas noches parecía que me iba a deshidratar de tanto llorar, realmente lo extrañaba mucho. La persona que tanto amaba... no iba a verla nunca más.
Un día decidí quedarme en la escuela. Me quedé en la biblioteca tratando de leer y digo tratando ya que me resultaba difícil concentrarme. Cuando me di cuenta de que ya había pasado mucho tiempo allí ya estaba anocheciendo así que decidí regresar a casa. Cuando apenas iba a mitad de camino comenzaron a caer gotas de lluvia. Llegué a mi casa con la ropa empapada, entré al baño, me cambié de ropa y me acosté de inmediato.
Un escalofrío recorría todo mi cuerpo y me sentía hervir por dentro. No presté atención a ello y de nuevo vino a mi mente la imagen de Daniel. Recordarlo hacía que mi pecho doliera, porque al hacerlo evocaba aquellos momentos a su lado, momentos que se veían lejanos ya que ahora no estaba conmigo.
Luego de unos minutos entró mi mamá a la habitación. Traía mi comida en una bandeja.
-Estás ardiendo en fiebre, cariño- dijo cuándo después de verme en la cama tocó mi frente.- te traeré la medicina.
-No la necesito, mamá.- dije y al hacerlo me di cuenta que incluso mi garganta dolía- estoy bien.
-No. No lo estás- dijo preocupada- ¿me vas a decir qué te sucede? No has querido comer y últimamente te ves decaída.
-Es solo la presión escolar- dije sonriendo- pero ya se me pasará.
-Entiendo. Pero te vas a tomar la medicina quieras o no.- salió y segundos después volvió con ella y me la dio. Me di cuenta justo en ese momento de que me sentía mal pero por dentro y lo único que me curaría, sería poder ver a Daniel de nuevo.
Días después a eso ya me sentía mejor y luego de las clases vino a mi mente una idea. La idea de volver al lugar donde todo había comenzado. El lugar dónde había visto a Daniel por primera vez. La tienda de libros.
Caminé rápidamente hasta llegar allí. Se encontraba abierta y había pocas personas por lo que si estaba allí y eso presentía yo, sería más fácil encontrarlo. Luego de unos minutos recorriendo el lugar no pude encontrarlo. No estaba allí, mi corazón estaba bastante agitado de la preocupación. ¿Y si Daniel se había ido? ¿Si había vuelto a ser guardián? ¿No lo vería yo nunca más? Envuelta en todas mis preguntas parecía estar a punto de llorar.
-Este libro es muy interesante. ¿Ya lo leíste?- Pusieron la portada del libro en mi cara y leí el título "Amor sin fronteras". Reconocía esa voz. Lo haría siempre. Nunca la olvidaría.
-No lo he leído aún.- me giré y al ver de nuevo a Daniel mi corazón dio un vuelco.
-Qué mal. Es el último que queda y creo que me lo quedaré yo- sonrió.
-Daniel...- me acerqué a él y lo abracé fuertemente. Él correspondió al abrazo- te extrañé.
-También yo.- respondió- pero no lo merezco, Emily... pensé que me odiarías por...
-No podría. No podría odiarte nunca, Daniel. Eso quedó en el pasado y lo que ahora me importa es que ya has pagado por eso.- Dije eso para que él no se siguiera sintiendo culpable. Él me quería, me lo había dicho y eso era lo que importaba.
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Enamorada de cupido
Teen FictionLa vida pacífica de Emily Watson se verá alterada cuando "cupido" llegue a su vida... literalmente. Daniel, un chico aparentemente normal esconde un gran secreto y necesitará la ayuda de ella para poder cumplir con su misión. ¿Cómo hará Daniel para...