Capítulo 76: Dispuesta a todo por ti

873 62 11
                                    

Al día siguiente me levanté y lo primero que hice fue buscar instintivamente a Daniel, pero me di cuenta de que ya no se encontraba ahí. Al parecer se había despertado antes que yo. En ese momento creí que eso había sido lo mejor, no estaba segura de cómo reaccionaría al verlo a mi lado. Quité las sábanas que me cubrían y me coloqué la ropa. Caminé hasta el baño y estando allí lavé mi rostro y manos. Miré extrañada el lugar dónde Daniel colocaba su cepillo, puesto que a su lado había otro. Un cepillo de dientes era de color azul y el otro era de color rosa. Sonreír al verlos y de inmediato tomé el rosa y cepillé mis dientes.

Cuando bajé me di cuenta de que Daniel estaba frente al televisor viendo un programa de chistes. ¿Mejorando su sentido del humor? Pero si en eso ya no tenía arreglo.

-Buenos días- saludé sonriendo tímidamente.

-Buenos días, Emily- respondió él con una sonrisa también- ¿dormiste bien?

-Sí- respondí- Oye, Daniel, ¿por qué tienes dos cepillos de dientes?- no pude evitar preguntar al darme cuenta de que eso era extraño. Me pregunté si lo había comprado desde antes.

-¿Es así?- Dijo extrañado, como si realmente no se hubiera percatado de ello nunca. - Supongo que lo dejaría la última chica que vino.- Su tono era despreocupado. Luego de eso dirigió de nuevo su vista al televisor.

-¿Qué? ¿Has traído chicas a tu casa?- Me crucé de brazos estando aún de pie. Fruncí el ceño en señal de enojo.

-¿Qué dirías si te dijera que sí?- Volvió a mirarme y había una pizca de diversión y curiosidad en sus ojos. Me di cuenta entonces de que esta era una más de sus bromas.

-No estoy segura de eso. Probablemente aparecerías en las noticias mañana.- Respondí encogiéndome de hombros y redirigiendo mi mirada al televisor.

-Que rudeza. – Dijo entrecerrando los ojos. Luego soltó un hondo suspiro- Pero en realidad eres la primera chica que viene a mi casa.

-Y la última, espero.- Agregué lanzándole una mirada amenazadora.

-No prometo nada.- Negó con seriedad. Yo arqueé las cejas.

-Como digas, pero eso no responde a mi pregunta.- insistí exigiéndole una explicación a ello, pero dejé de entrecruzar mis brazos.

-Cuando me cambié de casa tuve que comprar algunas cosas que me hacían falta. Necesitaba un cepillo nuevo así que lo compré, pero se veía muy solitario así que le conseguí una compañera.- resumió rápidamente con voz serena y calmada- Esperaba que lo usaras tú algún día.

-Que linda historia.- Respondí tratando de sonar indiferente pero en realidad su historia me había resultado divertida y entre otras cosas, halagadora.

-Sí. Tal vez escriba un libro sobre eso.- Asintió sonriente. Se levantó y se acercó lentamente a mí. Me miró plácida y cálidamente tomando mis manos y entrelazándolas con las suyas. Yo dejé de fingir indiferencia y sonreí, se acercó aún más y entonces me dio un corto beso en los labios- Ven acá. Hice desayuno.- Soltó entonces una mano, pero aún me agarraba con la otra y me llevaba hasta la cocina de su casa. Yo arrugué el ceño con extrañeza al escuchar esto último.

-¿Tú hiciste desayuno? ¿En serio? ¿Es comestible?- Pregunté con un bufido burlón. Aún no había olvidado lo malo que era Daniel para cocinar. En realidad nunca antes había probado su comida pero estaba segura de ello. Más bien, no era que fuera malo, era que nunca lo había hecho. Pero eso era casi lo mismo ¿no?

-Tú decidirás eso.- Dijo tranquilamente. Me senté entonces en la mesa que había en su cocina y me dispuse a esperar mientras él servía. Mi mirada se tornaba expectante al verlo. Me preguntaba qué era lo que había hecho y cómo lo había hecho, pero principalmente me preguntaba si estaría delicioso.

Enamorada de cupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora