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Tras estar días llorando, siendo ignorada por Baek, por fin había conseguido que me hiciera algo de caso.

Había insistido más de mil llamadas al teléfono de su casa hasta que decidió tomarlo él y no enviar a su madre para que me insultara. Tras rogarle y arrastrarme quedamos en que cenaríamos en nuestra casa, la cual aún él no había visto por primera vez.

También, mi hermana había reaccionado como loca cuando le dije que me iba de casa. Me llamó de todas las formas posibles de sinónimos de zorra, e incluso me lanzó varios objetos. Uno de ellos había conseguido hacerme un corte en mi mano, y ahora lo tenía cubierto. Tendría que ir a verla para ver que todo iba bien, y sobretodo para ver si seguía con vida.

Guardo mi cuaderno en mi bolso. Hoy había sido una tarde muy larga con los pacientes y estaba deseando llegar a casa. Dos golpecitos se escuchan en mi puerta, así que me giro para ver a Namjoon, el hijo del señor Kim y uno de los mejores amigos del adicto de Jungkook. Sostenía dos tazas en sus manos, dejándome ver que efectivamente era un hombre muy amable. Se acercó a la mesa y las dejó reposar. Humo salía de ellas dándome a entender que eran bebidas calientes.

— Gracias —le sonrío con agradecimiento— No tenías por qué.

— No es nada —sorbo saboreando el té verde— He visto que llevas unos días con una expresión algo triste, así que pensé que algo calentito te ayudaría, sobretodo después de que el tiempo empeorara estos días.

Namjoon era un ángel caído del cielo. Guapo, inteligente y buena persona, prácticamente el príncipe de los cuentos de Disney.

Le doy una sonrisa triste.

— ¿Tanto se me nota? —él niega.

— No puedes engañar al hijo del mejor psicólogo del país —sonrío dejando la taza sobre la mesa— Si te puedo ayudar en algo... solo dímelo.

Era muy lindo.

— Solo tuve problemas con mi novio... —suspiro— Espero arreglarlo hoy.

En realidad su amigo me buscó problemas con mi novio.

Me da una sonrisa de apoyo. Namjoon pasaba a verme casi todos los días. El despacho de al lado era suyo, ayudaba a su padre con las cuentas de todos los hospitales de Seúl, además de las de la clínica privada de Psicología. Era la perfección personificada, todos aquí le tenían mucho respeto.

— Solo te puedo dar un consejo —se levanta tomando su taza— Si te quiere va a comprender la situación que sea —se acerca a la puerta— Quien te quiere no te lastima —sale dándome una sonrisa— Suerte, doctora Kyun.

Sale del despacho.

Suelto todo el aire de mis pulmones mientras intentaba dejar toda la tensión de lado. Namjoon tenía razón, Baek y yo nos queríamos desde hacía cinco años, era imposible que un malentendido nos separara después de tanto tiempo.

Me levanto tomando mi bolso y salgo de la sala. Me despido de la mujer en el mostrador y salgo al pasillo para tomar el ascensor. Tardó unos minutos en poder salir al exterior y acomodo la bufanda en mi cuello por el frío. Había refrescado bastante en unos simples días.

Mi nuevo hogar no quedaba muy lejos de la clínica, ya que Baek decidió que sería buena idea mudarnos cerca de mi trabajo por si salía de noche de la jornada, como pasó hoy. Saco las llaves y abro la puerta. Todas las luces estaban apagadas y el silencio lo inundaba todo.

Él aún no había aparecido por aquí.

Enciendo la calefacción mientras me deshago de mi abrigo y bufanda; después voy hacia la cocina y comienzo a sacar los ingredientes para hacer la comida favorita de Baek. Iba a conquistarle de nuevo, le haría ver que yo le quería y que era incapaz de estar con alguien más, y menos ese idiota.

Adicción +18  ©JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora