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— Comenzamos de nuevo —dice el señor Kim— ¡Una vez más antes de que lo dejemos por hoy! —habla por el micrófono.

Muevo mi cuello liberándome del estrés. Me coloco frente a la pantalla y cuando esta deja ver el nombre de la presentación me echo a un lado para dejarle su espacio al señor Kim. Él me mira y entiendo que es mi señal para comenzar.

— El cerebro, el órgano más voluminoso del encéfalo... Es quien nos permite experimentar la vida —comienzo a caminar— Aunque a mi me gusta llamarlo, "El creador de autoengaños" permanece tanto tiempo junto a ti que sabe cuales son tus puntos débiles... y los usa en tu contra para...

— ¡Espera! —ambos nos giramos— ¡No estaba grabando!

Suspiro. No recordaba cuantas horas llevaba aquí, incluso habíamos almorzado en este salón de actos de la clínica.

— ¡No grabes! —el señor Kim dejó su diálogo sobre la mesa— Estoy cansado, mañana en el viaje seguimos practicando —asiento.

Tomo mis cosas y tras despedirme de todos salgo del edificio. Mañana comenzaría a cumplir uno de mis sueños, dar conferencias por toda Corea con el señor Kim. Me emocioné cuando todas las entradas se vendieron en unas simples horas. Todo parecía ir mejorando ahora, incluso ya podía volver a casa. Cuando suelto mi bolso sobre mi cama saco mi teléfono, tenía que llamar al hijo del doctor Kang para pedirle tiempo para pagar, tras las conferencias habría reunido el dinero suficiente para pagarle. Tras unos segundos su voz se escucha tras el teléfono.

— Hola, _______, ¿Pasó algo? —parecía tener prisa.

— Hola, señor Kang, no, solo tenía que hablar con usted sobre algo...

— ¿Encontraron al ladrón?

— No, aún no, yo quería hablarle sobre el pago del depósito y el alquiler —sostengo el teléfono con mi hombro mientras bajo mi pantalón para sustituirlo por el de mi pijama.

— Ah, sí, sobre eso. Me sorprendí al ver que me habías enviado todo el dinero del depósito, el del alquiler del mes también llegó, pero creía que pagarías a plazos —me quedo estática— ¿Hola? ¿Sigues ahí, ________?

— S-sí, solo yo...

— Te enviaré el recibo por mensaje, ahora tengo que colgar, gracias, señorita Kyun.

El hijo del doctor colgó. Miré la pantalla de mi teléfono antes de sacar mi maleta. Estaría unos meses fuera y necesitaría llevar bastante ropa. ¿Quién había pagado mis deudas? Mi mente pensó en Jungkook. Solté un suspiro mientras dejaba un par de faldas sobre la maleta. Había aceptado interiormente que me gustaba Jungkook, e incluso se lo dije a YoungJae cuando me pidió salir el día siguiente de que nos acostáramos. Me arrepiento de aquello, había bebido en esa fiesta y sentía tanto dolor que me dejé llevar por lo lindo que era conmigo. De nuevo volvíamos a estar en esta incómoda situación en la que no sabría de él en un tiempo. Lo podría sobrellevar bien ya que estaría ocupada viajando, pero aún así no podía evitar el pensar en él.

Miro el vestido rojo que me regaló el mismo día que llegó esa chica. Oigo el timbre y sonrío. Esperaba visita y por fin había llegado. Abro y veo a Jin sosteniendo bolsas de comida cara y una botella de vino.

— El amor de tu vida ha llegado.

Le dejo entrar y tras él entra su chofer sosteniendo una tela con el bordado de su firma de ropa. El hombre lo deja sobre el sillón y se marcha cerrando la puerta. Jin deja la comida sobre la mesa y abre el vino. Voy a por dos copas y se las entrego para que me sirva.

— ¡Vamos a celebrar que mañana vas a convertirte en la mejor psicóloga del país! —chocamos las copas antes de beber.

— Estoy de camino a serlo —él abre la comida.

Adicción +18  ©JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora