Capítulo 3

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Capítulo 3

Cuerpo muerto en vida

¿Alguna vez te detuviste a pensar lo maravilloso que es el cuerpo humano?

Esa gran pila de huesos, cartílago, carne y miles de otros componentes que no puedo memorizar es capaz de llevarte por tanto tiempo a vivir tu día a día, te permite moverte, sentir, comunicarte, pensar y miles de cosas más, ¿eso no es acaso lo más magnífico del mundo?

Además de eso, el cuerpo es el testigo fiel de cada una de las acciones humanas, lo podría denominar algo así como el mayor cómplice de cada paso, un confidente neto y seguro que jamás abandona a su dueño.

También es ese acompañante que puede ser tan sereno como la verdad, pero tan poco confiable como la mentira, uno nunca sabe cuándo el cuerpo puede volverse en contra de su dueño. A veces esa increíble maquina llega a esconder cosas, a eliminar detalles que al no estar se vuelven sufrimiento, pues el cuerpo también guarda sus propios secretos de forma eterna.

Mientras observaba mi respiración agitada tuve por un segundo la enorme certeza de que mi cuerpo, a pesar de estar repleto de secretos, seguía con vida.

<<¿Cómo puedes incluso olvidar que sigues con vida?>>

-Ganamos, Lu -escupía Ian hacia mí por quinta vez.

Para ese punto el cielo ya había terminado de desahogarse, dándole una hermosa frescura a la tarde, pero a pesar del clima yo me estaba sofocando.

Irónicamente había pensado que como Ian y Jerry habían jugado futbol antes, estarían cansados y eso nos daría ventaja por sobre ellos, pero...

¡Me equivoqué!

Los amigos compulsivos carecían de botón de apagado y de nivel mínimo de energía.

Marcador veinte a quince.

No habían trapeado el suelo con nosotras, pero gracias a que buscamos perder de la forma más decente posible, mi situación y la de las tres chicas a mi lado se resumía a sentirnos ¿agotadas?... No, sin duda agotadas no era la palabra. Me sentía como maratonista luego de correr dos estados enteros sin descanso ni beber agua.

<<Situación actual: Me siento de la mierda.>>

Una cosa que agradecí fue que tan pronto los chicos fueron en busca de su balón de basquetbol, el mismo que Abi había guardado en su mochila sin que la vieran, salimos corriendo lo más rápido que pudimos hasta alejarnos del club.

-Agradezco que seas así de escurridiza -dijo la voz agitada de Amy a Abi cuando llegamos a la puerta de mi casa.

Abi no solo era una videocámara, también era rápida y hacía cosas que nadie esperaba, en el momento menos previsto pero que siempre le salían bien.

-No me di cuenta de en qué momento tomaste el balón de Jerry, pero gracias -agradeció Amy.

-Creí que querías besar a Jerry-susurré mientras abría la puerta de la casa, a lo que Amy hizo una mueca.

Tan rápido como entramos me dejé caer sobre el sillón blanco de la sala, mientras ellas repetían mi acción.

-Ni de broma vuelvo a jugar con Jerry -se quejó Amy, dejando caer su cabeza sobre una almohada.

-¿Lo dice quien aceptó el reto? -le pregunté. -Porque fuiste tú quien le dijo a Jerry que estaba bien apostar sus asquerosos besos.

Amy solo me dedicó otra mueca.

Lentejas | Secretos EternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora