Capítulo 47
Suficiente tiempo
Lunes 18 de julio del 2022
Había pasado por dos fines de semana terribles:
El primero fue el fin de semana en el que Camile había expuesto mi carta a Malik como volante de pizza, no era broma lo había repartido a los establecimientos del pueblo, farmacias, supermercados, peluquerías, tiendas de ropa... Ese mismo fin de semana en el que Fiorella y Malik se hicieron novios y Malik me lastimó, el mismo en el que supe que estaba embarazada, sí, ese era uno de otros tantos secretos que me quedaban. Por eso no temí a quedar embarazada, porque luego de lo que pasó, yo quedé estéril, pero eso era algo de lo que no me gustaba mucho hablar.
<<Esta historia estaba llena de secretos eternos que parecían nunca acabar>>
El segundo fin de semana fue cuando Benedict había encontrado las marcas en mis brazos, vaya que recordaba lo asustada que había estado. Pero como en tantas cosas de mi vida, me había equivocado.
Tenía sus fantasmas, el amor de mi vida estaba plagado de ellos cuando lo conocí. Recuerdo mejor que nadie la escena de su primer atracón, recuerdo verlo temblar, esa vez en la que sentí la necesidad de abrazarle, no con mis brazos, sino con mi alma.
Todas esas veces en las que nos habíamos protegido, aun sabiendo que el otro estaba igual de roto. Temíamos por el otro, sin saber que estábamos en la misma situación.
—Benedict —le llamé mientras él quitaba la mirada de su cuaderno —te quiero mucho —le dije mientras ponía mi mano sobre la suya.
—¿Eso? —me dijo mirando nuestras manos —es la quinta vez que me lo dices, aunque amor que lo hagas, ¿Estás bien?
—A veces tengo miedo —dije mirándole. —La vida me ha demostrado que cada momento se puede ir, como se va la llama de una vela cuando el aire le sopla, así tan de repente que no lo ves venir. Tengo miedo de que el viento llegue y se lleve esto. Tengo miedo de que eso pase pronto.
—Estrellita, ningún viento va a lograr que te deje de amar —sonrió y le devolví la sonrisa —¿Estás así por la beca?
Ese día por la mañana el director Cadwell me había llamado a su oficina para presentarme en una videoconferencia a los abogados con los que trabajaría tan pronto como llegara a Paris, también me había felicitado por mi promedio final.
—Es que creo que... —traté de hablar
—Ya hablamos de eso —llevó su mano a mi mejilla para acariciarme. —París se debe preparar para tu caos y estoy seguro de que te amará tanto como yo —sonrió.
—Me puedo quedar, puedo ir a la capital contigo y estudiar derecho ahí.
Era verdad, ese fin de semana había sido lo suficiente para meditarlo. No porque lo amaba en sí...
Pero ¿Has amado algo con tanta intensidad que lo darías todo sin dudar? Eso era justo lo que a mí me ocurría. Daría todo por ese cabello rojo, daría todo por el chico que alguna vez odió las lentejas.
—Solo será un tiempo, estrellita. En cuanto cada uno logre sus metas, estaremos juntos para siempre. No quiero que en un futuro te preguntes que hubiera pasado si te hubieras ido.
—Yo sé que podemos con eso —admití— pero voy a extrañar verte diario.
—Yo también, como no tienes una idea. Pero siempre estaremos el uno para el otro, a pesar de la distancia. Ni los idiomas, ni los miles de millas de mar podrán con nosotros. Codo a codo, como siempre.
—Codo a codo. Ni la vida, ni la muerte —completé.
—¿Por qué dices eso?
—A veces siento que las personas que amo siempre se alejan de mí, mi abuelo, Carina, mis padres. De alguna manera u otra, no sé si son ellas o soy yo, pero odio que nada dure lo suficiente, o es la vida o es la muerte.
—Cariño, las cosas duran lo que deben durar. Pero tú y yo no podemos pensar en eso, nos queda toda una vida para querernos, sin nuestros padres, sin este mundo de mierda y sin estas reglas.
—Te amo —pegué mi cabeza a su hombro.
A la hora del almuerzo fui en busca de Abi. Quien ahora estaba mirando su teléfono con una cara de enamorada en desastre universal.
—Abigail Moore —le llamé a lo que ella se volteó hacia mí y sonrió, llegué y le abracé, al ver que ella me extendía los brazos.
—¿Tu que tienes? andas muy cariñosa.
—Supongo que es el saber que la graduación se acerca.
—Ni me lo recuerdes, eso me tiene muy estresada —bufó.
—Pero tú te irás con Darío —le recordé, mientras nos sentábamos en el césped.
—Pero no te tendré a ti, ni a ti ni a Josh —dijo triste.
Era verdad.
¿Recuerdas que dije que esta historia no se resumía a un solo tipo de amor? Amaba a mis amigas, amaba ese instituto. A pesar de que las cosas no surgieran como deberían. A pesar de que hubiera tantas mentiras, al final de cuentas, supongo que mi vida siempre se resumía a eso. Mentiras que nunca parecían terminar.
—Hablaremos siempre —sonreí evitando las ganas de llorar
—Te voy a extrañar.
—Hey, no estén tristes —soltó Darío sentándose a un lado de Abi —desde lejos puedo ver sus caras largas —asintió.
—No estamos tristes, pero a veces los cambios dan miedo —dijo Abi.
—Si lo sabré yo —río y miró a Abi quien le dio una mirada cómplice.
—Les juro que amo verlos juntos.
—Gracias, mamá —soltó Darío.
—Odio decirlo, pero también voy a extrañarte señor elefante.
—Yupi, mamá Lu me quiere al fin.
—No te ilusiones mucho —sentencié.
—¿Por qué lo de Señor Elefante? —preguntó Abi.
—Porque es igual de comunicativo que tú —dijo Benedict llegando —son un par de videocámaras andantes —se carcajeó poniéndose a mi lado.
—Si alguien me hubiera dicho los cambios que iban a ocurrir en tan poco tiempo; tengan por seguro que no lo creería —dije.
—Todo cambió un tanto para bien —suspiró Abi —pero me arrepiento de que las cosas no pasaran antes —miró a Darío
—Neh, pasaron cuando debieron —reí— ni más ni menos.
Vaya que Abigail tenía razón. En tan poco tiempo habían cambiado demasiadas cosas, de verdad demasiadas.
Pero me arrepentía, de no haber encontrado antes a Benedict, de haber sido tanto tiempo caos con culpa. No me quería apartar de ese chico, ni un solo minuto.
Esa tarde pasamos la tarde juntos, hicimos una especie de salida grupal.
Fuimos al cine, fuimos al teatro...
Dios, les extrañaría. Pero, nos veríamos en el asilo. Aunque eso dolía.
Era verdad. Sonaba tonto, pero en un intento de quitar la idea de que nos separaríamos, estipulamos un asilo en el cual encontrarnos: la residencia de tercera edad Lagelsheim en Alemania.
Nos habíamos unido y ahora nos debíamos separar.
Lo mejor de amar a alguienestando bien es saber eso. Cuando amas a alguien estando completo, sabes que,aunque duela dejarle de ver, ese amor nunca morirá pues se resumirá a un amareternamente
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Lentejas | Secretos Eternos
RomanceLentejas: Secretos Eternos. La historia mal contada de una villana. Primer libro de la saga Amar Eternamente. Están prohibidas las copias o adaptaciones. Lucciene Rizzo, una italiana que ama las lentejas y la música. Vive en un tormento interno...