Capítulo 35

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Capítulo 35

Nunca conocemos por completo a las personas, parte I

"A todos nos gusta más la verdad que la mentira, pero cuando se trata de nuestra vida, a menudo preferimos la mentira a la verdad, porque la mentira justifica nuestra mala vida, mientras que la verdad la desenmascara."

-Leon Tolstoi

2 de mayo del 2022.

Así de la nada, así sin meditarlo...

Ese fin de semana, había sido el mejor de todos los fines de semana. Salimos a bailar a la playa, estuvimos horas en el mar. Fuimos miles de veces a visitar al señor Daniel a la hora de las comidas. Vimos películas, preparamos de nuevo esas lagunas azules hasta emborracharnos de alcohol y risa. Esa bebida se había vuelto nuestra favorita. Comimos muchas palomitas, dormimos, platicábamos y sobre todo disfrutábamos de nuestra compañía como si se tratara de esos momentos que serían irrepetibles, cada cosa que pasaba en esa casa era única.

Había platicado con Abi, casi convenciéndole de que volviera, guardando tanto como pude el hecho de que Darío también sentía cosas por ella. Me negué a responder las llamadas de Nancy y Sofía, estuve todo el fin de semana con el móvil apagado, las llamadas a Abi fueron desde el teléfono de Benedict.

Volver al instituto al lunes siguiente era como asumir que, a pesar de ser los mejores amigos del mundo, frente a todos éramos algo más. Que a pesar del cariño que ya nos íbamos teniendo la realidad era que para todo Vale el espectáculo que teníamos planeado apenas iba a dar inicio.

—¿Entonces, Lucciene? —preguntó mientras llegábamos a la entrada de aquel pequeño edificio de imprenta.

—Que no te estoy ilusionando —suspiré.

—En ese caso, entremos —el chico me extendió la mano, a lo que la tomé al instante y la apreté.

Pasamos por la puerta corrediza y nos dirigimos a la secretaria.

—Buenos días, estamos buscando al encargado de la sección de sociales.

Dijo el chico a lo que ella nos miró de reojo y luego sonrió al ver de reojo como nos tomábamos de las manos antes de hablar:

—Sí es para la sección de parejas, solo es cuestión de que me dejen sus nombres. Serán publicados en un rato en el periódico, llegaron a buena hora.

Habíamos ido a anotarnos en la cosa más absurda del mundo: El Periódico de Promesas.

—Está bien —me acerqué para que ella pudiera anotar los nombres en su computadora.

Ben solo se quedó observándonos.

—Lucciene Rizzo y Benedict O'Brien.

Al escucharme la secretaria anotó, mientras sonreía.

—Felicitaciones —dijo en un susurro mientras nos acercábamos a la salida.

Una vez estuvimos fuera empezamos a caminar, sin estar tomados de la mano. Las pocas personas que se encontraban cerca al edificio nos empezaron a observar fijamente, a la par que pasábamos por su vista, todo se iba llenando de intriga.

En cuestión de pocos minutos, nos acercamos al instituto.

—Que el maligno ser planeador de mis días nos proteja —susurré cuando estuvimos muy cerca de la entrada.

—¿Lista para que arda troya? —me extendió la mano

—Que se queme lo que se tenga que quemar y que arda lo que tenga que arder —tomé su mano y me acerqué a él.

Lentejas | Secretos EternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora