Capítulo 4

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Capítulo 4:

 La mayor culpa

Blanca, la mujer que me creció, nunca pudo tener hijos. Ella toda su vida fue la niñera de su familia, puesto que le encantaban los niños, había crecido tantos pequeños sobrinos, primos y ahijados que incluso llegó a perder la cuenta, adoraba a los bebés. Debido a ser estéril su esposo la dejó dos años después de estar casados, echándole la culpa de su desdicha, como si de su felicidad dependiera el tener hijos. Fue entonces en una de esas tantas pláticas en las que Blanca, siendo la empleada de limpieza, conoció a mi madre, quien no era otra que una chica inexperta recién casada que trabajaba en su misma compañía, a punto de dar a luz.

Cuando mamá estaba embarazada de mí, necesitaba ayuda ya que su embarazo fue de alto riesgo, eso sin contar que para ese entonces papá estaba lejos debido a que la empresa familiar se encontraba en problemas, fue ahí donde Blanca le ofreció ayuda. Como ella misma me dijo alguna vez: lo que empezó como sororidad entre mujeres terminó siendo para ella la mejor decisión de su vida.

—¿Te he dicho cuanto te quiero? —preguntó la mujer de la coleta rubia mientras enredaba sus dedos en mi cabello con delicadeza.

—¿Sabías que eres la persona que más amo? —respondí con otra pregunta en tanto observaba el techo de mi habitación.

Ambas asentimos ante nuestras preguntas, para que luego ella se levantara de la cama en la que llevábamos horas tendidas.

Blanca tarareaba alguna canción, estando de pie frente a mí, buscando el control remoto de la televisión.

Observé con detenimiento a aquella mujer frente a mí, y así como de la nada una pregunta extraña me llegó hasta la cabeza nuevamente, una pregunta que no me había atrevido a hacer a nadie:

—¿Alguna vez has sentido culpa hacia algo que hayas hecho? —dije sacando mis dudas.

—¿Culpa hacia algo que haya hecho? —preguntó, buscando captar mi pregunta, levantando la miraba para verme.

—Culpa y arrepentimiento al haber tomado una decisión que al final no resultó tan bien. —Me senté sobre la cama, para hacer contacto visual al azul de sus ojos.

—¿Qué clase de decisión?

—Sabes a lo que me refiero —dije rodando levemente los ojos.

—¿A lo que pasó en el hospital? —preguntó ella y yo asentí.

—No puedo dejar de pensar en eso y cada vez que los recuerdos me llegan, me siento más culpable .

—Sentir culpa es parte de la vida, te aseguro que todas las personas tenemos en secreto una culpa de la cual nunca nos podremos librar y sé que duele, pero aprenderás a vivir con tus errores y con lo que estos han hecho.

—¿Crees que lo puedo lograr? —pregunté. — Últimamente no me siento capaz de nada, y sé que lo que me dices es con el propósito de animarme, pero no me importan las culpas de los demás, al final de cuentas quien vive con el karma de sus errores sigo siendo yo.

—Pero claro que pienso que lo puedes lograr —sonrió nostálgica. —Somos seres humanos lucecita, tenemos derecho a equivocarnos y créeme algún día al ver hacia atrás te darás cuenta de que no habrá ni rastro de esta culpa que hoy te atormenta —trató de consolar lo que yo había dicho.

—Eso no es lo que la gente de aquí piensa, para ellos merezco vivir eternamente pagando algo que hice, es como si pensaran que merezco ser sentenciada a cadena perpetua —sentencié, suspirando.

Lentejas | Secretos EternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora