Capítulo 18

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Capítulo 18

Para pasarte por encima

Caminar, me encantaba, no me cansaba de pensar en lo bien que me hacía sentir. Cuando caminaba me sentía viva, viva de verdad. Esa simple acción parecía hacer que la vida me entrara por los pies hasta llegar a mi cabeza. A veces me ayudaba a pensar y otras tantas me ayudaba a no hacerlo, caminar era curativo. Siempre ayudaba en lo justo, pero esta ocasión estaba criticando todo a mi alrededor y caminar me hacía sentir miles de dudas.

Estaba confundida, no entendía nada. Siempre me molestó no entender, pero si una idea no cabía en mi cabeza era la de que Nancy tuviera algo que ver con Fiorella y Malik, ellos ni si quiera eran cercanos.

Fiorella jamás fue amiga de Nancy, puesto que Nancy no era popular y ni que decir de Malik, él no le hablaba a nadie que no fuera de su mismo estatus social.

¿Por qué Jerry se molestaba tanto en mentirme así? ¿Qué ganaba?

No, eso no podía ser así, ella era la persona más buena del universo, no tenía ni un gramo de maldad en el alma. Ella jamás haría nada contra nadie, mucho en menos contra mí, nunca.

No tenía ni un solo motivo. Ninguno que yo conociera. No había un porque, ni uno más remoto y sin sentido. Nada, nada, no existían razones para hacer algo así a nuestra amistad, a ese gran lazo que había entre nosotras.

En cambio, a Jerry no lo conocía lo suficiente y sabía que él, sí quería, tenía motivos o, mejor dicho, siendo el primo de Malik, él era capaz de absolutamente todo con tal de hacerme daño. Jerry, sabía que era buena persona, pero a veces las personas buenas actúan mal, y eso jode. Aun así, había decidido el fin de semana preparar mi mente, lo suficiente para escuchar la "verdad de Jerry". Saber qué era capaz de decirme y si aquello era válido como para preguntarle a Nancy al respecto, poniendo a prueba nuestra amistad de años.

Había quedado de ver a Benedict antes de clases, con el propósito de que llegara a la escuela. Si bien, lo que había pasado el día anterior me tenía aturdida, por el hecho de haber dormido juntos, no por eso podía estar mal con él, menos distante.

Estaba cada vez más pálido, se veía muy cansado, eso me preocupaba, su cabello sin peinar, sus ojeras cada vez más similares a las de un mapache. Me dejaba un poco triste, no era el mismo chico que a pesar de tener una rodilla mala continuaba sonriendo a diestra y siniestra.

Benedict caminaba lento a diferencia de Jerry, pero en su caso me preocupaba, ya que no era normal. El tamaño de su cuerpo debía hacerle caminar el doble que el mío y parecía que quien caminaba rápido era yo. Su mirada estaba triste, miraba a la carretera y solo en algunos segundos me observaba a mí.

Conformé nos acercamos a la entrada del instituto logramos ver un amontonamiento de personas entre gritos y murmuraciones. Con los rostros impregnados de duda.

Una vez estuvimos cerca del instituto pude observar con claridad de que se trataba.

Jamás pude entender ese dilema... Si alguien dejaba de ser tu amigo no había necesidad de apestarle la existencia.

¿Para qué joderle? ¿Cuál era la necesidad de hacerle daño? Daño a alguien que en algún momento había significado mucho. La amistad se acaba y ya. Nada más debería de pasar, nada malo.

Sangre, había mucha sangre en la carretera...

—¡Basta! ¡Ya suéltense! —gritó Fernández, tratando de separarles a uno del otro.

Jerry tenía toda la cara cubierta de sangre, cada centímetro de su rostro tenía rasgaduras. Estaba despeinado, apenas y podía levantarse del suelo, con el gesto de estar alcoholizado o drogado, no lo entendía.

Lentejas | Secretos EternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora