Capítulo 5

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Capítulo 5

Gustos elevados

11 de febrero del 2022

Neil Armstrong quería llevar un balón de futbol a la luna, pero la Nasa no se lo permitió, supongo que quería comprobar si rebotaba, yo qué sé. Lo de Neil parecía ser uno de esos chistes de anciano para las personas mayores de Vale, ya que cuando hablaban de ello les causaba una extraña gracia, más bien una risa perturbadora.

En Vale vivían muchas personas que en su juventud fueron muy importantes, como políticos, ministros retirados, jueces y toda clase de personas con el dinero suficiente como para comprar la verdad. Sobraba decir que esas personas también eran sumamente religiosas, pero en el mal sentido, y con la mente del tamaño de una nuez, por eso en Vale no podía vivir cualquier persona y quienes vivían ahí al ser aceptados, se sentían como privilegiados.

Dejando de lado lo raro, reservado y tétrico del poblado Vale podría ser el lugar en el que todo giraba en torno al futbol, además de sus leyes estrictamente moralistas.

Los domingos en el poblado se caracterizaban por ser los días con más movimiento en el club, los establecimientos empezaban a laborar hasta muy tarde y todos se reunían en el club entre horas eternas de mini partidos. Niños contra niñas, adultos contra jóvenes, jóvenes contra adultos y un sinfín de versus.

¿Y eso que rayos tenía que ver conmigo? Nada y todo a la misma vez.

Me gustaba jugar futbol, de pequeña solía decir que quería ser la mejor futbolista italiana del mundo, hasta hace algún tiempo el futbol fue la más grande de mis pasiones. Pero después todo se volvió tan diferente:

Estaba muy oxidada, solo caminar dolía, no me podía imaginar el esfuerzo que me restaría correr. Aun así, aunque ya no pudiera jugar, el amor por el futbol no iba a desaparecer por nada del mundo. Llevaba más de un año sin jugar, solo me limitaba a ver los partidos importantes de algunas liguillas o copas que eran trasmitidos por la TV, de equipos como el Real Madrid o el Liverpool, mis favoritos. Era la última ventana que me quedaba hacia ese mundo, porque no podía ver un solo partido de frente, ya que al hacerlo en el club seguramente todos me recordarían lo que pensaban de mí.

Amaba el futbol, pero había una cosa que no amaba y era al máximo representante de ese deporte en mi instituto, el mayor hijo de puta de todo el colegio, Alexis Fernández... el profesor de deportes y entrenador de los Kings of Vale.

Fernández era el típico hombre de unos veinte y tantos, rayando a los treinta, con un buen físico conservado que luchaba por aparentar una juventud casi adolescente. Cabello negro, ojos almendrados color miel, afeitada impecable y un perfecto peinado juvenil con el cabello hacia atrás que en conjunto a su piel bronceada y a lo demás solo favorecía a sus atributos corporales que estaban envidiablemente bien trabajados en el gimnasio. En conclusión, un hombre al que no se le notaban los años y si estos llegaban a notarse, se escondían detrás de cada uno de sus abdominales marcados, en sus piernas tonificadas, en cada parte de su cuerpo que parecía tallarse a la perfección conforme pasaba el tiempo y...

Podía ser todo un machote de esos que cualquier mujer desearía tener en su cama, pero aun así a mí me caía como una enorme piedra al zapato.

Fernández era el típico entrenador egocentrista al que solo le importaba una cosa en el mundo: entrenar a los Kings of Vale, el equipo de futbol del instituto. Y odiaba decirlo, pero él era un buen entrenador, cosa que todos sabían, incluyendo al director Cadwell. Por eso casi todo le era permitido a Fernández, fuera bueno o malo:

Lentejas | Secretos EternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora