Capítulo 25

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Capítulo 25

Ella está en Italia

"Ayuda, lo he vuelto a hacer. He estado aquí muchas veces. Hoy me lastimo de nuevo. Y lo peor es que no hay nadie a quien culpar."

-Sia Furler.

LUNES 08 DE ABRIL DEL 2022


La primera vez que había llorado estando en Vale, tenía diez años. Mi abuelo acababa de morir y tras el escándalo de su muerte, papá decidió que lo mejor era que no estuviera presente en su funeral.

Carlos Rafaello Rizzo. Murió como consecuencia de un atentado por parte de los miembros de La Nostra Famiglia, la mafia más poderosa de Italia.

Durante muchos años La Nostra Famiglia usó Visioni para lavado de dinero, nos tenían como esclavos, ya que mi abuelo les obedecía debido a amenazas, le decían que, de no seguir trabajando para ellos, le matarían a toda su familia, luego de muchos años mi abuelo se hartó, y al tratar de ponerles un límite a ellos, estos le mandaron a matar.

Por ello papá me mantenía con perfil bajo, debido a ello yo muy pocas veces podía salir de Vale. Papá sabía que en cualquier momento ellos podrían tratar de hacer algún trato con él, así que entre menos se supiera, menos peligro corríamos.

Por eso el tema de esas guerrillas entre bandos me ponía los nervios de punta. Me enojaba y me hacía llorar.

¿Cómo podía existir gente que fuera parte de eso? Esos hijos de puta seguían matándose entre ellos y llevándose personas entre los pies, dañando a personas inocentes que no tenían nada que ver con ellos.

Desde su visita hace semanas papá no me había vuelto a llamar, ni un mensaje de WhatsApp.

Papá...

Jamás me contó alguna historia sobre su niñez en Vale, solo que simplemente era un lugar hermoso para vivir, un lugar seguro en el que nada de lo malo del mundo me podría pasar.

¿Pero quién dice que hasta en las mejores canastas no pueden ponerse manzanas podridas? Yo era la imagen propia de que eso se podía. A veces me sentía como la podrida de la familia. Como esa manzana podrida en la canasta perfecta, como el pequeño defecto que lo había podrido todo.

Atónita, admiraba el panorama de la habitación de Blanca, las sábanas estaban cambiadas, lo sabía porque dos días antes había estado ahí buscando unos zapatos que algunas veces ella me prestaba. Seguramente, habían vuelto por la tarde o noche y se habían ido sin decir más.

Sabía que estábamos teniendo algunos problemas en la empresa y que por eso todos estaban fuera, a veces pasaba, cuando la compañía entraba en crisis. Mi mente trataba de entender esa idea, pero no lograba asimilar el hecho de que por lo menos me regalaran un simple saludo.

Mamá siempre fue de esas mujeres que amaba hacer las cosas lo más rápido que la vida se lo permitiera, era una mujer de la vida revolucionada para la que la rapidez era un requerimiento. Por lo tanto, si de salir de casa se trataba, ella se convertía en un mismísimo rayo para llegar lo más pronto posible a su destino.

Yo, por el contrario, era bastante lenta para ciertas cosas. Me costaba seguir el ritmo, el tamaño de mis extremidades, cuando se trataba de algo físico me limitaba un poco. A veces pensaba que a mamá le costaba entender ese pequeño detalle, ella era de estatura media y a parte le encantaba correr. Yo apenas caminaba, y correr no era una buena idea para mi cuerpo. Si ese día tan solo hubiera corrido un poco más, a lo mejor ahora tendría a mi familia en casa.

Lentejas | Secretos EternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora