Capítulo 43

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Capítulo 43

Cielo y estrellas


Jueves 16 de abril del 2022

"La vida es muy traicionera, y cada uno se las ingenia como puede para mantener a raya el horror, la tristeza y la soledad. Yo lo hago con mis libros."

–Arturo Pérez Reverte

Ese día el cielo tenía nubes grises, como si las nubes fueran tan listas como para exponer la horrible tristeza que había en mi corazón. Parecía que para la tarde llovería, o quizá al medio día. No solo llovería afuera, si no, seguramente también en mi mente, una vez más.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó Fiorella, habíamos llegado juntas al instituto, luego de mucho tiempo.

Las miradas cayeron sobre nosotras, éramos grandes amigas que luego debido a toda esa porquería ahora solo nos resumíamos a ser dos chicas comprendiendo lo que había ocurrido en todo ese tiempo.

—Solo sé que ya no quiero que me mientan.

Era la única cosa de la cual tenía la suficiente certeza, había logrado ver mi valor como persona, y no iba a permitir que nadie me usara. Así fuera el chico que había estado tanto tiempo conmigo. Aun así, yo no tenía que soportar saber la verdad y no hacer nada al respecto.

—¿Con Malik ya no pasa nada? Tengo miedo a que eso también te afecte —me preguntó Fiorella con preocupación en la voz.

—No, pero necesito que me lleve a que Nancy haga algo en mi contra, para poder exponerla por lo que le hizo a Carina —sentencié. —Que el asesino de Carina pague es lo que me dará fuerzas para seguir a partir de ahora.

—Si le digo que es verdad que estás con Benedict, me creerá, eso puede ser que lo enloquezca y se desestabilice —ofreció.

—Por favor, convéncelo de que es verdad.

—Iré de inmediato, te veo después.

Ella se alejó de mí y se fue en busca de Malik. Habíamos llegado tarde, para cuando llegamos ya era la hora del almuerzo y solo nos faltaba una clase, pero entrar a clases era lo que menos me importaba.

Caminé hasta el último edificio, miré con detención el mural que me pegó de frente cuando llegué allí. No lo había visto en todo ese tiempo. El mural en el que había quedado de ayudar a Benedict.

Como lo había dicho era tal como se lo imaginó, era un plato de sopa de lentejas, el cielo azul, como el cielo de la tarde y el cielo tenía enormes estrellas esparcidas de colores.

Sin poderlo evitar una lágrima cayó por mi mejilla sin detenerse, pues una leve punzada empezó a aprisionarme la respiración.

—¿Qué te pasa, Lu? —escuché la voz de Ian saliendo detrás del muro.

—No, nada. Es el sereno de la mañana —reí y me limpié el rostro con la mano.

—Es muy bonito lo que pintó Benedict —dijo mirando aquel muro.

—Si lo es.

—Me da risa verlos juntos.

—¿Por qué?

—No estas a su altura, literalmente —se carcajeó y me reí.

—Tampoco estoy tan pequeña —bromeé.

—A comparación con él, sí. Pero bien dicen que polos opuestos se atraen. Alto con pequeño supongo que también entra dentro de esa teoría —dijo entre risas.

Lentejas | Secretos EternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora