Capítulo 17
No lo hagas
"Otras veces, miro mis cicatrices y veo algo más: una chica que estaba tratando de hacer frente a algo horrible que nunca debería haber tenido que pasar. Mis cicatrices muestran dolor y sufrimiento, pero también muestran mi voluntad de sobrevivir. Son partes de mi historia que siempre estará ahí."
—Cheryl Rainfield
No podía ser, la sola idea estaba mal. Dentro de mi cabeza, era más que obvio que esa posibilidad estaba más que descartada, descartada por todo lo largo y ancho del mar y de la existencia humana.
Los amigos eran amigos, y al menos los míos en ese momento de verdad eran mis amigos, por más que quisiera evitarlo.
Que importaba.
<<Nancy, ella jamás me haría daño.
Jamás...>>
Me había despertado a curarme la herida. Temprano, a pesar de haberla curado el día anterior todavía me dolía un poco y eso era un tanto molesto. Por la mañana me había dedicado a dar unas cuantas vueltas por la casa, de nueva cuenta estaba sola, Blanca había viajado a la ciudad y aunque mamá estaba haciendo lo de siempre, ignorándome. Eso tampoco me temblaba en el alma, puesto que se me hacía incluso normal.
Me empezaba a preguntar si verdaderamente a ella le gustaba vivir. O si por lo menos ocupaba sus días en hacer algo productivo. Había entrado una vez a su habitación. No había nada, ni televisión, y el internet no llegaba hasta ahí. Esa mujer, estaba desconectada a todo lo que tuviera que ver con el mundo.
Pero, bueno... suponía que a ella le gustaba vivir así.
No había hablado con Benedict desde el viernes, luego de la feria él no me había vuelto a responder.
¿Y si le iba a ver? Sabía que él había vuelto, puesto que por la mañana había visto el automóvil de sus padres pasar por la ventana.
Tenía miedo, temía mucho que él hiciera algo de lo malo que me había visto hacer en ese tiempo. Y eso que lo que él había presenciado no era ni la mitad de mi estruendoso y horripilante caos. Caos, que era un asco por el lado en el que lo quisiera ver.
Tomé unos cuantos minutos en buscar la forma y decidirme. Subí escaleras arriba y me cambié de ropa por un vestido rosa de mangas, no me veía decente en ninguno de los sentidos. Luego de ello bajé y salí de casa, una vez fuera empecé a caminar.
Su casa estaba justo al lado de un parque, por alguna razón este parque era muy poco conocido y poca gente lo utilizaba, preferían ir al club a alardear sobre el dinero que tenían.
A mí me agradaba el parque, estaba lleno de árboles que proveían mucha sombra, tenía muchas flores y una fuente muy grande color verde esmeralda, en todo el parque había pequeñas sillas de madera color verde seco. De no estar tan lejos podía jurar que sería mi lugar favorito, era perfecto porque no había gente. En la parte trasera había una pequeña cancha de futbol y otra de basquetbol, igual estas no se usaban, ya que las personas preferían ir al club a jugar.
ESTÁS LEYENDO
Lentejas | Secretos Eternos
RomanceLentejas: Secretos Eternos. La historia mal contada de una villana. Primer libro de la saga Amar Eternamente. Están prohibidas las copias o adaptaciones. Lucciene Rizzo, una italiana que ama las lentejas y la música. Vive en un tormento interno...