capítulo 20

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Capítulo 20

Sobre la mesa

"Sí, el amor está muy bien a su modo, pero la amistad es una cosa mucho más alta. Realmente nada hay en el mundo más noble y raro que una amistad verdadera."

-Oscar Wilde

LUNES 11 DE ABRIL DEL 2022


—No tenemos idea, pero solo él volvió —escuché esbozar a Darío hacia el pelirrojo en cuanto me acerqué.

Apenas iba llegando, me había despertado tarde. De nuevo los jodidos enfrentamientos en Italia no me habían dejado dormir bien. Mierda, malditos mafiosos de la cagada, los odiaba.

El bando de La Nostra Famiglia estaba más sanguinario que nunca, estaban matando a quema ropa, sin importar a quien. Todo con tal de saldar sus deudas, algo gordo se venía detrás de esos enfrentamientos y atentados. En las mafias, cuando algo grande viene en camino, se prepara su llegada a punta de disparos, para hacer ruido.

—Hola —saludó Darío.

Le saludé de vuelta a la par que dejaba mis cosas en mi pupitre y me sentaba.

—¿Qué pasó? —pregunté con curiosidad porque la mirada de Darío era de confusión.

—Malik volvió —susurró y mi mirada se hizo confusa. —Está en la dirección —indicó—, pero Jerry no volvió.

—No me responde los mensajes, algo raro está pasando —dijo Benedict mirando su móvil.

—Yo escuché que le van a sacar del instituto porque le golpeó a Malik —susurró Darío. —Otros dicen, que se mudarán a otra ciudad porque la familia de Malik les amenazó y ellos no quisieron pagarles una buena suma de dinero. Vieron a la madre de Jerry llorar y el padre no se asoma ni a por el periódico a la puerta de su casa. Dicen que el papá se fue de la casa en cuanto pudo, que ahora vive con otra mujer y que le echa la culpa a su hijo —nos informó—. También dicen que vieron a uno de los trabajadores del supermercado llevarles muchísimos víveres. Alcohol.

—¿De dónde sacas tantos chismes? —pregunté curiosa— tú no vives cerca de Jerry.

—La gente del pueblo habla mucho cuando va a la pastelería —se encogió de hombros riendo.

—Ellos hablan mucho y tus orejas se vuelven las de un elefante cuando los escuchas —dijo Benedict. —Lu, te presento oficialmente al señor elefante —dijo hacia mí a lo que me reí.

—No soy chismoso —se defendió el de los ojos cafés oscuros.

—Querido amigo —respondió Benedict— escuchas todo, hasta lo que no te interesa.

—Yo me definiría como comunicativo, lo único que hago es recaudar las anécdotas que otros dejan vagando por el aire. Para luego usarlas cuando me convengan o cuando me sean útiles.

—Señor elefante, nos ha quedado claro —se burló Benedict.

Solo los escuchaba atenta, me daba gracia verle mejor. Me causaba un alivio que estuviera feliz. Eso sí, no tocar el tema de Sofia era de las mejores cosas, por lo menos por ahora.

—Chicos, diríjanse al laboratorio.

Eran pocas las ocasiones en las que utilizábamos el laboratorio. Por lo general el profesor de Química demasiadas veces basaba sus clases en la teoría, casi nunca en la práctica.

Lentejas | Secretos EternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora