Capítulo 10

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Capítulo 10

¿Quién te dijo esa mentira?

"Mis amigos me desprecian

porque me ven abatido;

todo el mundo corta leña

del árbol que está caído."

-Anónimo


15 de marzo del 2023

Cuando se trataba de caminar, caminar en las calles de Vale era algo único. Eso me hacía recordar a la ciudad, nunca me gustó correr por las calles, por más que fuera en la bella Nápoles o en la preciosa Venecia, correr no era lo mío sin importar el lugar.

Si se trataba de la velocidad en las calles, prefería miles de veces lo rural, donde no parecía que los vehículos tendían a atropellar, ni que los peatones éramos unos insensibles cuando caminábamos despacio. En las calles urbanas los semáforos eran los peores enemigos de los automóviles por tardar tanto y de los peatones al tardar tan poco.

No me gustaba correr en ningún aspecto de la vida, odiaba la velocidad en general. Cuando se trataba de planes, sueños, metas, logros...

<<¿Qué chiste hay en que las cosas sucedan rápido? Cuando las cosas pasan rápido muchas veces nos perdemos de la oportunidad de disfrutar del paisaje, solo por apresurarnos a llegar al lugar deseado>>.

-Espérame un poco, insecto. -Pedí a lo que Jerry soltó una carcajada, sin detener su paso.

-Estoy caminando normal, tú caminas muy lento -dijo, riendo.

-Es la última vez que te ayudo -sentencié. -La próxima deberás comprar los materiales solo, no te acompañaré.

Mis pies ya dolían bastante y mi cabeza estaba empezando a cansarse y a sentirse muy pesada.

Un automóvil blanco se estacionó frente a nosotros, una Jeep Grand Cherokee con vidrios negros. Uno de los vidrios bajó, dejándonos ver al chico de los ojos cafés avellana, no le podía ver los ojos porque tenía gafas negras.

-¿Sabes que te ves ridículo? ¿Te crees la reina o qué? -le preguntó Jerry.

-Suban -dijo ignorándole y abrió la puerta.

Seguí a Jerry hasta subir al auto, si seguía caminando a esa velocidad pronto me quedaría sin piernas.

Saludamos y tomamos asiento, me percaté de que su rodilla tenía una venda sobre su pantalón. Hice una mueca, pero evité decir algo, puesto que el chofer era la madre de Benedict.

Ella era una mujer muy guapa, de esas que pareciera que se levantan cuatro horas antes de salir de casa para adueñarse de ese glamur que se cargaba. Llevaba un vestido azul y un collar dorado hermoso con forma de serpiente. Su cabello era rojizo, ondulado y estaba suelto, llevaba lentes de sol y un perfecto maquillaje natural, como de artista de cine en premier.

-¿Y esa mochila? -preguntó Jerry, mirando un bolso trasparente que Benedict tenía a un lado suyo -¿con quién dormiste que te quedaste su bolso? -se burló.

-Es de Lu... -suspiró Benedict- la olvidó en el colegio.

-¿Quién olvida su bolso en el colegio? -preguntó Jerry.

-Pues... -susurró Benedict.

-Espera, espera.... -le interrumpió-. Ya sé, ¡la mona Lucy!

Ignoré la risa de Jerry y quité mi nueva mochila a un lado de Benedict.

Lentejas | Secretos EternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora