22 | the beginning of the chaos

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El tiempo había transcurrido y todo había empeorado.

Klaus no salía de su habitación, simplemente pintaba y pintaba. Rompía cosas cuando se frustraba, que era a menudo, y no hablaba con nadie.

Hayley deseaba venganza, tenía una enorme sed de sangre de aquellos por los que tenía que mantener alejada a su hija, Hope. Y como Klaus, tampoco hablaba con nadie. Ni con Megan.

Elijah por su parte había tratado de mantener la calma en medio de todo el caos, por lo que era como un apaciguador.

Y por otro lado estaba Megan, la pequeña loba, que ya no era tan pequeña. 

Ni una loba.

La transición fue dura. Las emociones se intensificaron, y como todo licántropo, llevaba la violencia en la sangre, y ese sentimiento se multiplicó por diez.

Una noche, después de haber matado a ocho personas accidentalmente por tener sed le pidió desesperadamente ayuda  a Elijah para que la enseñara a controlarse. Realmente era a la única persona a la que podía recurrir.

Elijah con gusto aceptó, y desde ese momento la relación de la hibrida y el vampiro mejoró. Algo bueno había salido del caos en el que estaban metidos.

Por otro lado las cosas entre Mattia y Megan habían cambiado para bien. Los dos jóvenes habían tenido una extendida y sincera conversación sobre su compromiso. Y ya tenían el veredicto final sobre lo que harían.

Y se estaban viendo mucho ya que Megan trataba de ayudar a los lobos que se habían negado a unirse a las tropas de Francesca Guerrera, antes Carrera, los cuales, eran realmente pocos.

Pero, igualmente, Megan había tratado de ayudarlos y protegerlos, como hubiera hecho un alfa. Cosa que los lobos no pasaron por alto.

Megan rio mientras caminaba con Davina, la bruja y la híbrida se dirigían hacia una tienda de de musico en busca de vinilos.

— ¿Qué os trae por aquí chicas? —preguntó Joe, el vendedor.

No era la primera vez que iban, de hecho solían ir mucho a ese local. Desde que Davina había dejado el aquelarre y había empezado el instituto se había interesado mucho en la música, cosa que a Megan no le desagradaba, por lo que cada vez que tenía oportunidad le compraba un vinilo.

— Mi solecito ha sacado un sobresaliente en matemáticas —destacó con orgullo Megan.

Davina solo rio. La híbrida levantó las cejas con burla al ver como un chico se quedaba mirando a Davina, y ella a él. Hasta que él salió del local, y en su lugar entró Oliver.

— Hola, monada. —dijo el rubio a la bruja.

Megan puso una mueca, asqueada.

— No me llames así. —Davina le plantó cara. Megan sonrió cual madre orgullosa.

— He oído que has dejado el aquelarre. Que pena. —el lobo fingió que leía una revista.

— Si no quieres que te arranque los tímpanos será mejor que te vayas, Oliver. —Megan se acercó amenazadoramente a él, quien retrocedió temeroso, sin embargo, trató de hacerse el duro.

— Es mejor que os vayáis, las cosas se van a poner muy feas. —las mujeres rodaron los ojos.— ¡Eh! La tienda está cerrada. ¡Fuera de aquí!

Las castañas se miraron confusas. Nada bueno se avecinaba.

— Oye. ¿Qué estás haciendo? —preguntó el dueño de la tienda.

— Eres Joe Dalton, ¿no? —preguntó el rubio.— Verás, me he fijado en tu tienda. —explico— Lleva 90 años en el barrio.. Ya la llevo, tu padre y su padre antes que él.

CURSED BLOOD | KLAUS MIKAELSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora