xviii. i love you

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Klaus observó a Megan desde el marco de la puerta, quien estaba sentada en la cama de la habitación de ella.

— La comunicación es importante en una pareja. —comentó él.

— Lo sé.

— Pues habla conmigo, bonita.

Megan se levantó de la cama, enfurecida.

— ¿Qué quieres que te diga? ¡Estoy enfadada, Niklaus! En lo único que puedo pensar todo el rato es en Aurora. —admitió.— Quien, por si no lo recuerdas, tiene una obsesión muy poco sana contigo. Me quiere muerta, es un hecho, Klaus. Quiere hacernos daño, y si es inteligente irá a por lo que más queremos; las niñas.

La castaña se volvió a sentar en la cama, cabizbaja, tratando de calmarse. El peso de un cuerpo hundió el colchón junto a Megan. El rubio entrelazo sus manos.

— Estás a salvo.

Ella suspiro.

— No he podido decírtelo, pero siento lo de Finn. Perder un hermano debe ser horrible.

— Si, bueno, tendré consuelo cuando Lucien muera.

— ¿Qué vamos a hacer con la pelirroja psicópata? Ya es malo que Lucien pueda matarte. Puede ser igual de poderosa... —cogió aire.— Nunca te he preguntado sobre ello, pero Aurora fue un gran amor para ti, entendería si aun sintieras algo, aunque fuera poco...

— No me importa Aurora. Me importas tu. Te quiero a ti.

Megan contuvo el aire.

— ¿Me quieres?

— Desde el momento en el que me apodaste perro pulgoso supe que ibas a ser mi perdición.

— Qué puedo decir, soy un encanto.

— Eras cruel.

— Ahorcaste a mi hermana. —se defendió Megan.

— Cierto. —reconoció.— ¿Tu no tienes algo que decirme?

— No, que yo recuerde. —se hizo la desinteresada. Klaus la miró con las cejas alzadas, Megan sonrió mientras se reía por la cara de estupefacción de él.— De acuerdo, yo también.

— No me sirve, dilo entero.

— Quejica.

— Dilo.

Megan cogió aire.

— Yo, Megan Marshall, o Lea Labonair, depende de a quién le preguntes, te quiero a ti, Niklaus Mikaelson. —recito con orgullo.

La risa de Megan fue apagada por la mano de Klaus en su nuca, que tiraba de ella para unirlos en un fogoso beso.

. . .

Tras una sesión rápida de cariñitos Klaus había, prácticamente, desaparecido. Un golpe fuerte sonó en el portón de los Mikaelson, que fue abierto, revelando a Camille. Megan corrió hacia ella al ver su cara de preocupación.

— ¿Qué pasa, Cami? —le pregunto la castaña inmediatamente.

— Es Klaus, Lucien lo ha capturado. —confeso.

El estómago de Megan dio un vuelco, pronto sintió náuseas, unas bastantes desagradables.

— ¡Freya! —chillo. La bruja bajó de inmediato junto a Elijah.— Invítala a entrar.

Por sugerencia de Elijah el complejo había sido puesto a nombre de Freya, de este modo ningún vampiro podía entrar a no ser que la rubia lo invitara.

CURSED BLOOD | KLAUS MIKAELSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora