Celos.
Celos era lo que estaba sintiendo el gran y temido Klaus Mikaelson ahora mismo.
Aunque su mente se lo exigiera no podía apartar la mirada del balcón de enfrente. ¿La razón? Ella.
Megan miraba maravillada su nuevo piso junto a un sonriente Elijah, y eso no le gustaba ni un pelo.
Klaus no era una persona que sintiera celos fácilmente, sabía cómo conseguir lo que quería con inmediatez, sin embargo, Megan era otro tema. El híbrido no sabía como y cuando la chica se había metido tanto en su mente y en su vida, pero adoraba y odiaba eso a partes iguales.
Admiro su fiereza cuando se conocieron en el cementerio de las brujas, cuando lo llamó perro pulgoso por primera vez. Le cogió un gusto curioso a provocarla, solo para que ella le prestara un mínimo de atención al devolverle un comentario lleno de rabia o sarcasmo.
Pero también odiaba su coraje y terquedad, su estúpido instinto de proteger a todos menos a ella misma, lo que la hacía estar en constante peligro. Detestaba que se hubiera casado con un lobo, y peor aún, que se hubiera enamorado de él, y que fuera a tener un hijo.
Un hijo que por mucho que Klaus quisiera, no era suyo.
Sentía rabia al verla vivir su vida sin él en ella. Parecía que ya se había olvidado de las dos noches que pasaron declarándose su amor bajo las sábanas, deseando que ese momento durara eternamente.
Y lo que más le causaba odio era ver como Elijah se había convertido en su mejor amigo, en su confidente, en la persona que Megan acudía en mitad de la noche para que la consolase.
Klaus había tenido que escuchar varias veces en mitad de la noche el llanto de Megan junto a las promesas vacías de Elijah de que encontraron a Hayley y a Mattia.
Ese recuerdo era la tortura perfecta para Klaus, el lo sabia, e inconscientemente se obligaba a soñar con ello, así sentía que sufría una cuarta parte de lo que Megan lo hacia.
Sentía que se lo merecía. Eso y mucho más.
Escucharla llorar desconsolada, a la mujer a la que quería, le había hecho sentir miserable. Verla las mañanas siguientes con notables ojeras, los ojos rojos y con Elijah rogándole que comiese aun que fuera un poco, le había hecho querer morir.
Sin embargo, aun sabiendo que era el culpable de su malestar deseaba estar a su lado, cuidarla, reconfortarla y protegerla a ella y a su bebe. Pero Klaus sabía que no iba a ser posible, y que a la única persona que Megan necesitaba en ese momento era a su marido.
Y Klaus no era su marido.
Por lo que, mirándola a través de la ventana, prometió algo.
. . .
Megan suspiró emocionada, le gustaba su nueva casa. Le encantaba tener su propio espacio, no sentirse una carga, y lo mejor de todo es que tenía de vecina a Hayley.
La embarazada frunció el ceño al escuchar unos golpes en su puerta.
— ¡Entrega express! —bromeó la voz de Jackson al otro lado de la puerta.
Aliviada, la castaña fue a abrir la puerta, encontrándose a Jackson con Hope en brazos.
— ¿Pasa algo?
— Vengo a entregarte algo y a pedirte un favor.
Megan ladeo la cabeza y abrió más la puerta.
— Pasa.
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CURSED BLOOD | KLAUS MIKAELSON
Fanfiction𝐂𝐁| ❛we are the Mikaelson family, the family with cursed blood❜ La vida de Megan Marshall siempre fue complicada pero todo se jodio mas cuando su hermana, Hayley, se quedó embarazada del gran hibrido, Klaus Mikaelson. Megan sabía con certeza que e...